Yahoo Finanzas Nuevas normas para pagar con tarjeta: los cambios que necesitas conocer
El lunes 1 de febrero entraron en vigor importantes cambios relativos a los pagos con tarjeta, tanto de manera física en los comercios, como en las compras por Internet. Entre las novedades destaca que, a partir de ahora, los pagos con tarjeta requerirán una doble autorización. La medida, impuesta por la Unión Europa, tiene como objetivo aumentar la seguridad de nuestras compras y evitar a toda costa el fraude.
El uso de la tarjeta de crédito se ha incrementado notablemente durante la pandemia. Primero, porque el comercio electrónico se ha convertido en la forma más segura de ir de compras; segundo, porque muchas personas ahora son susceptibles de manipular dinero en efectivo. Aunque se han publicado estudios que niegan que los billetes sean un foco de contagio, lo cierto es que una buena parte de la población prefiere reducir todo lo posible el contacto con otras personas y con los materiales que hayan podido tocar.
Sin embargo, utilizar tarjetas no nos protege contra delitos como el ‘phising’ o suplantación de identidad, cada vez más comunes. Por ello, la Directiva para los Servicios de pago (PSD2) dictada por la Unión Europea en 2015, se aplicará definitivamente a partir de este mes de febrero para fortalecer el mercado de pagos comunitarios, además de reducir posibles engaños y proteger al consumidor.
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Además de la doble autorización en los pagos con tarjeta superiores a 30 euros, hay otra gran novedad: la introducción de la Autenticación Reforzada de Clientes (Strong Customer Authentication o SCA). Implica el uso obligatorio de dos factores de autenticación en operaciones bancarias que antes no lo requerían, así como una definición más estricta del concepto ‘factor de autenticación’.
¿Cómo adapto mis pagos a la nueva normativa?
Esta nueva medida de seguridad tiene como objetivo verificar que el usuario que está realizando la transacción es el auténtico titular de la tarjeta. Para ello, deberemos acreditar nuestra identidad mediante dos de los siguientes tres factores: un dato personal que solo conozcamos nosotros, como una contraseña, un PIN o una pregunta específica; un elemento personal, como nuestro teléfono móvil o tablet, donde recibiremos un código de un solo uso; o mediante características biométricas que faciliten nuestra identificación, como nuestra huella dactilar, rostro o voz.
Por tanto, percibiremos cambios en la forma en que se autorizan nuestras compras, puesto que la información impresa en la tarjeta (número, caducidad y CVV) han dejado de ser un factor válido para la autenticación. Sin ir más lejos, BBVA lanzó el año pasado Aqua, una familia de tarjetas con tres característica esenciales: no llevan impreso el número de tarjeta (PAN) ni la fecha de caducidad, y el CVV cambia cada cierto tiempo. El titular de este tipo de tarjetas puede consultar estos datos a través de la ‘app’. Si la pierde, nadie podrá utilizarla en compras online o tiendas físicas, ya que en ella no figuran ninguno de los datos esenciales para realizar los pagos.
La mayoría de comercios ya se han adaptado a la PSD2, aunque sí es cierto que algunos establecimientos pequeños todavía tardarán un tiempo en activar estos protocolos. Por tanto, podríamos tener problemas puntuales al realizar algunos pagos. Un informe realizado a finales de 2020 por CMSPI, consultora especializada en medios de pagos, advierte de que la tecnología empleada en estos procesos “sigue siendo relativamente nueva y no está testada al cien por cien”.
Aun así, está claro que estamos evolucionando a pasos agigantados a una sociedad cada vez más digital, con todos los aspectos positivos y negativos que esto implica. Es esencial que la regulación vaya al mismo ritmo de los avances tecnológicos, para sacarles el mayor provecho posible y evitar que se vuelvan en nuestra contra.
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