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Rajoy, en modo sensato, torea a Évole y le acusa de Podemita

Cuatro años han tenido que pasar para que las insistentes llamadas de Jordi Évole lograran llegar a buen puerto y Mariano Rajoy aceptara ser entrevistado en ’Salvados’. Mucho tiempo, sí, pero al menos lo ha logrado, porque muchos otros medios de comunicación lo intentaron antes sin éxito.

Pero, ¿por qué ha tardado tanto Rajoy en dar la cara en La Sexta? La respuesta es sencilla. El presidente del Gobierno ha dilatado la situación tanto como ha podido para beneficiarse de la coyuntura. Con el Gobierno en funciones desaparecido -sin dar la cara desde el 20D- y con el debate político centrado en PSOE, Podemos y Ciudadanos, Rajoy se presentaba a la cita con un panorama más favorable que hace, por ejemplo, seis meses.

Rajoy, además ha aprendido de los errores de sus predecesores. Los mismos que infravaloraron a Évole y acabaron escaldados:

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Juan Cotino, expresidente de las Cortes Valencianas, ninguneó a ‘Salvados’ durante la grabación del programa dedicado al accidente del metro de Valencia pese a que se empezaba a conocer que algunas de las víctimas habían recibido una oferta de dinero y empleo por parte de Cotino a cambio de su silencio sobre el caso. La situación fue surrealista y demoledora para el dirigente: El expresidente respondió al teléfono, inicialmente aseguró ser él, pero cambió su identidad cuando Évole confesó llamarle del programa de La Sexta. “No está. Soy su hermano”, respondió Cotino.

Otra 'víctima’ fue Esperanza Aguirre. La expresidenta de la Comunidad de Madrid, quiso abrir las puertas de su despacho para demostrar transparencia, pero, cuando se acumularon las preguntas incómodas, decidió levantarse del sofá y dar por terminada la entrevista dejando muchas preguntas en el aire. Hace pocas semanas, decidió volver al programa para quejarse de la corrupción política y ésta le explotó en la cara. Desde que se grabó la entrevista hasta que se emitió -apenas una semana- la bola de nieve se hizo tan grande que Aguirre dimitió como presidenta regional del partido.

Y no podemos olvidar a Jaume Matas. Meses después de que el expresidente balear accediera a ser entrevistado por Sálvados, el juez Castro -que investiga el caso Nóos-, decidía incluir una entrevista del periodista a Matas como prueba documental dentro del juicio.

Por eso Rajoy se preparó la entrevista. Como quedó probado por la existencia de una carpeta en su mesa del despacho con el nombre de 'Évole’.

Visto lo visto, Rajoy decidió hacer lo que mejor sabe. Además de ser uno de los mejores oradores de la Cámara, el presidente del Gobierno gana en el cara a cara. Y para la entrevista de ayer, decidió aparecer en modo sensato. Salió a no perder y empató. Algo que para él es una victoria. No entró al trapo en ninguna pregunta trampa, reconoció algunos errores y tiró de obviedades para salir al paso de las críticas. Aquí va el resumen de las mejores jugadas.

-Los SMS a Bárcenas: “Me arrepiento de haber mandado esos SMS, como es natural. Pero no se acierta siempre en la vida”.

-¿Si es un obstáculo para gobernar, se echara a un lado? No, yo apuesto por “La gran coalición. Lo que hay en Alemania. O lo que hay en Austria. La gran coalición, que es lo que funciona en Europa, sería lo mejor para España. Daríamos un mensaje de tranquilidad, de seguridad, de estabilidad y podríamos trabajar para consolidar la recuperación económica”.

-La corrupción en el PP. “En España desgraciadamente hemos vivido muchos casos de corrupción, hemos apartado a todas esas personas que han incurrido en casos de corrupción, vamos a dar la batalla y desde luego este es uno de los temas de futuro que me gustaría que en los próximos años pactásemos todos los partidos”.

-¿Asumirá usted responsabilidades por estos casos? “Si yo hubiera cometido el delito o alguien nombrado por mí”.

-¿Cuándo se va reunir con el president de la Generalitat, Carles Puigdemont? ¿Le llamará? “Bueno, también podría llamarme él”.

Entre los tres errores reconocidos por Rajoy, las respuestas ambiguas, y el perfil bajo del entrevistado, Évole acabó suavizando sus preguntas. Pareció menos incisivo que en otras ocasiones e incluso acabó dando por buenas, sin siquiera reformularlas, respuestas tan tópicas como: “Usted me pregunta cosas que yo no… que yo no sé decirle…”; O “España es un gran país como demuestran los turistas y los estudiantes de Erasmus que cada año nos visitan”.

Tan cómodo estuvo Rajoy, que incluso se permitió atacar al entrevistador afeándole que sólo se centrara en los aspectos negativos de España como, por ejemplo, la corrupción. Rajoy hizo una insinuación sobre el presentador de La Sexta que ha dado de qué hablar en las redes sociales: “Yo conozco lo malo, pero me da la sensación de que usted no conoce lo bueno”. “El otro día Pablo Iglesias, que tiene un discurso similar a usted, tuvo un cólico nefrítico y dijo que se sentía orgulloso de los hospitales. Yo también”. Y así acabó la cosa, con un Rajoy que acabó la entrevista sin una sola magulladura, aunque todavía con un futuro incierto.