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La guerra entre las cocinas fantasma y los vecinos

El delivery fue el único desahogo posible para la restauración durante el confinamiento de marzo y abril de 2020, y también después, tras el cierre de muchos establecimientos por las restricciones sanitarias, sobre todo sus interiores. El sector de la hostelería se ha visto obligado a reinventarse y han echado mano de las grandes empresas especializadas en el reparto a domicilio para ampliar su negocio, experimentando un auge sin precedentes. ¿Su próximo paso? Las cocinas fantasmas.

Las cocinas fantasmas o dark kitchens, como se las conoce en el mundo anglosajón, son establecimientos usados únicamente para cocinar pedidos a domicilio. No hay mesas, ni sillas ni clientes. Estos locales están creciendo como la espuma en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, lo que ha desencadenado una auténtica batalla con los vecinos que se quejan de los ruidos continuados y de los olores que generan.

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Los envíos a domicilio crecieron un 60% en 2020. Foto: Getty Creative.
Los envíos a domicilio crecieron un 60% en 2020. Foto: Getty Creative. (undefined undefined via Getty Images)

Las cocinas fantasma

La población ha adquirido nuevos hábitos a los que el negocio de la restauración se ha tenido que adaptar. A todo esto, se le ha sumado el fenómeno de la pandemia por el que, ante el cierre inminente de restaurantes y bares, el servicio a domicilio se ha posicionado como la única vía de supervivencia de la restauración.

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En 2020, los envíos a domicilio crecieron un 60%. La industria de las entregas a domicilio vive su era dorada. En estos tiempos tan convulsos y con una incipiente crisis económica, se sitúa como prácticamente el único sector en crecimiento. El distanciamiento social se ha convertido en la excusa perfecta para su desarrollo definitivo, con grandes empresas detrás como Amazon, Uber, Glovo o Deliveroo, que se encuentran haciendo su agosto particular y remodelando el negocio de la restauración por completo.

Antes se cocinaba en el mismo establecimiento tanto la comida para servir in situ, como la comida para repartir a domicilio. Ahora los riders acuden a las denominadas cocinas fantasmas solo para repartir fuera del local.

El problema con los vecinos

En Madrid, se han concedido 10 licencias de obra para estas cocinas. De momento solo cuatro están en funcionamiento, aunque una sola licencia puede incluir un proyecto de varias cocinas. El resto de licencias están en el aire gracias a las reivindicaciones vecinales.

El proyecto más polémico es el de las 38 cocinas en el barrio de Prosperidad. Ahora mismo está paralizado por un recurso contencioso administrativo que cerca de 1.000 vecinos de 300 inmuebles afectados impusieron en enero en contra de la apertura de dicha cocina.

Ahora mismo, están construidas 38 cocinas debajo de cuatro plantas de viviendas en un patio interior de 1.500 metros cuadrados donde antes compartían espacio un supermercado Simply y otro local del barrio. Se trata de una instalación industrial a la que se le ha añadido una chimenea de 25 metros de altura.

Los vecinos están en pie de guerra por el proyecto de Cooklane, una compañía británica que tiene detrás a uno de los fundadores de Uber, y denuncian la opacidad con la que se ha construido.

Temen ruido de tráfico por las motos que acudirán a recoger las 75 comidas que se estima que se realizarán cada día en cada una de las 38 cocinas. Es decir, casi 3000 comidas que se traducirán en 3000 motos todos los días, más los olores de la chimenea, más los 20 cubos de basura que pretenden instalar en una calle estrecha, de una sola vía.

La polémica ante la instalación de estas cocinas, un sector que mueve en España alrededor de 700 millones de euros, ha llevado al Ayuntamiento de Barcelona a imponer una moratoria a las licencias de actividad.

Madrid, por su parte, no se plantea una medida similar. De momento, estas construcciones se encuentran dentro del marco de la legalidad, pero posiblemente haya que modificar algunas normas a la vista de los nuevos negocios, sobre todo, cuando estos se encuentran dentro del tejido urbano de carácter residencial.

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