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Vamos a hablar en serio del vídeo sexual de Enrich y Luna

Hay muy poca gente que aún no se haya enterado: dos futbolistas de Primera División en España, concretamente del Eibar, piden perdón por haber salido a la luz un vídeo en el que mantienen relaciones sexuales en un trío con otra mujer, que al descubrir que está siendo grabada advierte que “no, eso no”, mientras le animan a seguir. Una controversia convertida en escándalo, porque la víctima antes anónima de la secuencia ha denunciado a Sergi Enrich y a Antonio Luna, protagonistas, por el daño en su intimidad que ha provocado esta filtración.

Hasta aquí los hechos, pero esta historia en realidad no va sobre ellos; va sobre todo lo demás. Habrás percibido que el vídeo no se ha publicado en ningún medio, pero que ha caído en manos de todo aquel con una mínima intención de verlo, principalmente a través de WhatsApp. De esa gran mayoría, una parte aún lo comenta en clave de humor (los memes no han faltado a la cita), ya sea a través de grupos cerrados o incluso en las propias noticias. Otra más pequeña se ha dedicado a intentar identificar a la protagonista en las redes sociales, a correr la voz, a compartir incluso el link de su perfil de Facebook. Movimientos que no son conscientes de que una vida acaba de ser, probablemente, dañada. Y detrás de todo ello, un problema como telón de fondo: el de la falta alarmante de precaución a la hora de compartir contenido sexual propio a través de Internet.

La gente joven no es consciente hoy en día de las consecuencias que puede tener el mandar un vídeo de este tipo a los demás. Hoy lo reciben cuatro amigos, a los tres meses ya no son amigos y lo publican. El daño ya está hecho. A una persona con dos dedos de frente no se le ocurre hacer algo así; el problema es que vivimos en el territorio de la inmediatez, y las secuelas no se calculan”, diagnostica la doctora María Elena Bedera, sexóloga, médico especialista en Medicina Familiar y Antropóloga.

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Los síntomas que ve la Dra. Bedera son muy distintos a los de hace 10-20 años. Entonces la gente también se grababa mientras tenía sexo, pero la exposición era muy limitada. Hoy, en 2016, crecen las webs donde una persona corriente enseña al resto de usuarios vídeos eróticos propios para el disfrute ajeno. No ejercen la prostitución, ni son actores, ni actrices, no cobran por ello.

Hoy, también, Bedera reconoce cómo cada vez es más común que dos desconocidos compartan vídeos sexuales a través de apps de móvil como toma de contacto para ligar (Grindr, Tinder, Snapchat, Twitter etc). Ninguno sabe dónde puede llegar a terminar ese contenido dentro de 5 años. No les importa. Solo piensan en el ahora. El vídeo de Enrich y Luna, por ejemplo, fue grabado el año pasado. Hoy todos conocemos el desenlace.

Siempre ha habido un componente ‘voyeur’, no creo que el aumento de vídeos sexuales responda a un cambio de conducta, lo que pasa es que antes las nuevas tecnologías no planteaban esa opción; teniendo las herramientas, esto probablemente se hubiera hecho siempre, pero la falta de cautela entre los protagonistas que se exponen desemboca en este tipo de situaciones”, explica Bedera, enfatizando el hecho de que grabarse o no grabarse no es algo patológico, ni bueno ni malo, siempre que sea consentido, “pero en el momento en el que la conducta se repite, se empieza a extender como algo normal, la gente pierde el miedo a la exhibición”, asevera.

Según la doctora, toda esta exposición castiga aún más a los menores de edad, los más ingenuos y desprotegidos. Bedera explica cómo ha ido a dar charlas sobre información sexual a adolescentes de entre 13 a 16 años, edades en las que ya empiezan a ligar, a compartir fotos y vídeos desnudos entre ellos. “Les falta muchísima información”, confirma poniendo en entredicho la protección que hoy en día aplican este tipo de apps a los menores, que solo tienen que mentir y confirmar que tienen más de 18 años de edad para entrar en la rueda.

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El componente mediático del vídeo de los jugadores del Eibar deja, sin embargo, otro problema, si cabe más peligroso, unido al de la normalización de este tipo de contenido que comentábamos un poco más arriba: el de la falta de sensibilización entre parte de la opinión pública, que se lo toma con humor en las redes sin ser consciente de los daños. No es necesario mucho esfuerzo; solo hace falta darse una vuelta por Twitter para entender de lo que estamos hablando.

¿Por qué llegamos a este punto?

“No son capaces de mirar más allá, manifiestan una falta de empatía preocupante porque no son conscientes de que la joven que aparece en el vídeo podría ser su hermana, una amiga, o su propia hija”, lamenta Bedera, mientras explica cómo en la sociedad actual, el hecho de que los protagonistas hayan sido dos futbolistas de élite, ayuda a que el ambiente se impregne de una aureola indulgente con ellos. “Como son un modelo a seguir, llegamos a pensar que tampoco es para tanto”, sentencia. Ellos, al fin y al cabo, están acostumbrados a los focos.