La gran mentira de considerar a Azerbaiyán una alternativa al gas ruso
Desde el comienzo de la guerra de Ucrania, allá por febrero de 2022, la Unión Europea ha tratado de reducir su dependencia energética de Rusia. Una misión que no parece fácil teniendo en cuenta que el país presidido por Vladímir Putin proveyó el 46,8% del total de gas natural importado en 2021. Recientemente, se ha firmado un importante acuerdo con Azerbaiyán, pero aún queda mucho camino por hacer
Y es que sustituir prácticamente la mitad de tus provisiones de gas en un año no parece tarea fácil y mucho menos a corto plazo. Tanto es así que Alemania, uno de los países que más necesitan a Rusia en este aspecto, plantea un plan gradual, y ciertamente optimista, que tiene como objetivo reducir casi por completo las importaciones desde suelo ruso.
Si en 2021 el 55% del gas que llegó a las casas y empresas germanas provenía de allí, este mes de abril ya ha conseguido reducirlo al 35% y la idea es que en verano de 2024 sea el 10%. Pero mientras tanto, tocan meses duros en los que las autoridades ya advierten que será necesario ahorrar energía, sin descartarse medidas extremas como el racionamiento del agua caliente.
Y es aquí donde hace su aparición el acuerdo con Azerbaiyán, una buena noticia, no cabe duda, pero que no va a solventar ni mucho menos el grave problema energético de la Unión. Y es que pese a que se está vendiendo como que los 27 han logrado firmar una alternativa al suministro ruso, lo cierto es que no hay más que mirar las cantidades para ver el impacto real que va a tener la medida.
En 2021, este país de Asia Central exportó a la UE 8.100 millones de metros cúbicos, que llegaron por el corredor sur de gas, que se conecta con el mercado comunitario a través de Turquía. Gracias al nuevo acuerdo se llegará hasta los 20.000 millones de metros cúbicos, lo que significa duplicar el suministro.
Eso sí, para alcanzar estos números habrá que esperar hasta 2027, por lo que no es una solución inmediata, más bien una a medio plazo para ir alejándose de la dependencia rusa.
Pero no hay más que echar un vistazo a los datos de gas recibido desde Moscú el año pasado para calibrar el verdadero impacto de lo de Azerbaiyán. En el 2021, la Unión Europea importó 155.000 millones de metros cúbicos desde el país presidido por Putin. Es decir, la nueva cantidad comprometida para dentro de cinco años entre Bruselas y Bakú solo va a representar un 13% de lo que se recibió desde Rusia en 2021.
Y teniendo en cuenta las necesidades energéticas de los 27, esas cifras no cabe duda que ayudan, pero no sirven para solucionar el problema en ningún caso.
Por ponerlo en contexto, en 2021 Estados Unidos envió 22.200 millones de metros cúbicos de gas licuado a la UE y solo representó el 6,3% de las necesidades energéticas del territorio comunitario. Una cifra que es superior a la que va a administrar Azerbaiyán en 2027.
Así pues, parece que a la Unión le esperan unos años duros a la hora de intentar librarse de Moscú en este aspecto. Mientras tanto, debería ir avanzando en la transición ecológica de cara al futuro.
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