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Llega el whisky sintético que se elabora en un laboratorio

Jaime Quirós – El whisky es una bebida de gran reputación a nivel mundial. Consumida desde hace siglos y perfeccionada en las islas británicas, lo podemos encontrar en diferentes calidades. Existen desde los más baratos hasta los que pueden costar miles de euros.

El precio del whisky va aumentando dependiendo de los años de añejamiento y del proceso de elaboración. Un ejemplo extremo es el whisky The Macallan Cire Perdue de Lalique. Tiene un coste de casi 40.000 euros por una botella de 1,5 litros y 64 años.

Sin embargo, hay una empresa americana llamada Endless West que está revolucionando el mercado. Quiere ofrecer la misma calidad de los whiskies más caros, pero sin tener que esperar tanto tiempo y sin dejarte en la bancarrota.

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Foto de Getty Images
Foto de Getty Images

Antes de aventurarse con el whisky, la startup comenzó elaborando el primer vino sintético del mundo. Un brebaje que no contiene uvas. Su propuesta responde a criterios de negocio donde prima el cuidado del medio ambiente, ya que elimina todos los procedimientos contaminantes y el desgaste de tierra y agua que conlleva elaborar un vino natural. Asimismo, rebaja los costes y los tiempos de espera por el proceso de añejamiento. Ofrece un producto de buena calidad al alcance de todos los bolsillos.

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Para la producción de whisky, la compañía cuenta con un laboratorio ubicado en San Francisco que no tiene nada que ver con las bodegas tradicionales. En sus instalaciones encontramos químicos en batas blancas frente a ordenadores y una variedad de artilugios científicos. Entre ellos hay máquinas de espectro de masas, cromatografía de gases y un robot especializado que se encarga de contener en tubos de ensayo diferentes bebidas alcohólicas “reales”.

En busca de la copia exacta

Una de las máquinas que más destaca es una “nariz electrónica”, que se encarga de medir las propiedades olfativas de las bebidas. El reto en la elaboración de bebidas alcohólicas sintéticas es reproducir fielmente los olores y sabores de los originales.

Se busca determinar los componentes naturales de cada licor necesarios y la proporción exacta de carbohidratos, lípidos, azucares o aminoácidos. Y también las propiedades físicas: la textura, el olor, el color, el sabor y la temperatura. Una vez obtenida la fórmula, se sintetiza y se agrega destilados neutros o alcohol de grano a la receta para formar sintéticamente un vino o un whisky.

Endless West no es la primera compañía que desembarca en este ámbito, ya existen por lo menos 6 compañías intentando realizar licores artificiales y cada una de ellas usa diferentes técnicas.

Esta claro que la elaboración de este tipo de bebidas es ambientalmente sostenible y sale bien para nuestro bolsillo. Pero con la legislación en la mano, es muy improbable que cualquier vino o whisky sintético tenga la palabra “vino” o “whisky” en su etiqueta. Existen unas leyes estrictas de consumo y denominación de origen que dictaminan qué productos pueden utilizar este término.

Se trata de un nuevo producto que tiene muchas ventajas, pero la última palabra es de los consumidores. Tendrán que decidir si prefieren un whisky artificial, con otro nombre, pero barato y más neutro con el medioambiente, o un producto más auténtico hecho naturalmente, aunque más caro para el comprador y con más impacto en el entorno. Aunque algunos tendrán muy clara su preferencia, la decisión no es tan sencilla. Veremos qué pesa más en la cabeza de los bebedores.

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