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El Coronavirus y el momento populista de Podemos y Vox

Leader of VOX party, Santiago Abascal, and Leader of Unidas Podemos' party Pablo Iglesias Spain, November 4, 2019. REUTERS/Susana Vera
Leader of VOX party, Santiago Abascal, and Leader of Unidas Podemos' party Pablo Iglesias Spain, November 4, 2019. REUTERS/Susana Vera

Tras la batalla por la salud pública, encabezada por los profesionales sanitarios que han sido lanzados contra la pandemia en todo el mundo sin medios materiales, hay una batalla política cuyas señales comienzan a emerger, de forma intermitente, a la luz pública.

Con una crisis sin precedentes la política ha dejado de lado su capa de seducción habitual para mostrarse de forma cruda al tiempo que la democracia ha sido suspendida. En pocas semanas se ha ido creando el caldo de cultivo para que el populismo radical se haga visible y se extienda con una facilidad, también, sin precedentes. Dos momentos populistas radicales pugnan en rumbo de colisión.

Por un lado, el momento republicano-marxista-leninista de Podemos. Por otro, el momento populista de la derecha radical renacionalizadora de Vox, ya analizado en esta columna. Se trata de dos imágenes del mundo irreconciliables, dos formas de entender no solo la política sino la sociedad, que seguirán avivando la confrontación ideológica y el partisanismo extremo en los próximos meses con consecuencias, todavía, imprevisibles.

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Mientras Podemos parece tener como objetivo que la política modifique lo personal desde la posición privilegiada que da estar en el gobierno de la nación, Vox parece perseguir que lo personal se convierta en política intentando canalizar y capitalizar los efectos negativos de la gestión de la pandemia (pérdida de puestos de trabajo, ingresos, enfermedad) a partir de su impacto emocional (sorpresa, miedo, tristeza, ira) en decenas de miles de ciudadanos.

Estas estrategias se ven reflejadas en los perfiles de los medios sociales de Podemos y Vox y cómo están fabricando, publicando y distribuyendo contenidos (textos, imágenes, vídeos, memes, etc.) de alta carga emocional positiva o negativa. Ambos partidos coinciden desde sus cuentas oficiales en la intención no de transmitir qué creer sino de dirigir a los ciudadanos hacia qué sentir lo que persigue condicionar la forma de entender, creer y comportarse cuando decenas de millones de personas han sido recluidos en los hogares, se han perdido ya 900.000 empleos o se ha pasado de la infravaloración del riesgo, el fingimiento de que el sistema sanitario estaba preparado a la declaración del estado de alarma o se identifica el globo sonda sobre una potencial declaración del estado de excepción. Todo está sucediendo a plena luz del día. Veamos.

Pablo Iglesias -y los que le han sobrevivido en Podemos- parecen estar creando las condiciones para un cambio político que lleve a una estatalización radical de la economía. Algo que ya ha señalado, sin ambigüedad, la Ministra Calviño como dique más visible frente a Iglesias y los suyos dentro del Gobierno. Esto resulta evidente en llamamientos de otros perfiles de Podemos, como el de Rafa Mayoral, donde a pesar de que Podemos está en el gobierno, afirma que solo el pueblo salva al pueblo.

El 14 de marzo la presión de Iglesias para tomar medidas más ideológicas provocó el retraso de más de dos horas de la comparecencia de Pedro Sánchez a la hora de comunicar al país la declaración del estado de alarma. Es público que Iglesias presionó para la nacionalización de bancos, medios de comunicación y empresas eléctricas. No lo consiguió pero sí obtuvo como compensación la inclusión, en el decreto ley de medidas urgentes contra la pandemia, la modificación de la ley que regulaba el CNI (pág. 25893). O lo que es lo mismo: blindar la presencia de Iglesias en la comisión que controla los servicios secretos del Estado, una decisión ajena a la crisis del coronavirus que se verá más adelante si es o no constitucional. Este tipo de anormalidades legislativas con el Parlamento restringido en sus funciones son una prueba de los resortes políticos que permite la delcaración de un estado de alarma con la suspensión de la democracia y sus resortes de equilibrio y control.

Pablo Iglesias en Twitter. Datos de evolución de Podemos en Elecciones Generales
Pablo Iglesias en Twitter. Datos de evolución de Podemos en Elecciones Generales

El segundo momento fue el 29 de marzo cuando Iglesias lanzó un tweet en el cual, de manera poco sutil, insinuaba la posibilidad de ejecutar nacionalizaciones y expropiaciones esgrimiendo el artículo 128 de la Constitución en referencia al “interés general”. Lo que es otra prueba, a la luz del día, de la voluntad de Iglesias y Podemos, equivalentes y equipotentes, de su batalla contra la economía de mercado y de la voluntad de una intervención profunda de la economía dentro del escenario de la crisis del coronavirus. Parece evidente que Iglesias estaría convencido de que él va a ser uno de los ganadores de esta crisis, incluso por encima de Pedro Sánchez. El presidente del gobierno parece atrapado entre la gestión a remolque de la pandemia y la amenaza de una crisis de gobierno desde el bando de Iglesias.

La limitación principal de Iglesias es que, en realidad, no es un líder carismático. Que Podemos esté en el gobierno y que él sea vicepresidente segundo no es por méritos propios. Se lo debe, en gran medida, a que Sánchez se equivocó con la repetición electoral perdiendo votos y representantes a lo que hay que sumar la incompetencia política de Albert Rivera. Iglesias, en realidad, es un político en declive que entre 2015 y 2019 ha dejado una larga lista de cadáveres políticos en Podemos, perdido más de 2 millones de votos (-40%) y 34 diputados (un -49%) y ha sido sobrepasado en más de medio millón de votos por Vox (sin representación en el Congreso en 2016 y menos de 47 mil votos) y, nada desdeñable, con 17 diputados más que Podemos.

Ni Iglesias ni los suyos parecen comprender que los empresarios y las empresas, sean del tamaño que sean y por mucho que los demonicen, no son el enemigo sino una red de iniciativa privada imprescindible de cara a una próxima recuperación. La gestión pública ha quedado muy señalada con el coronavirus, tanto antes como durante la pandemia. Mientras tanto otras decisiones y movimientos evidencian una obvia intencionalidad política como la financiación selectiva de medios de comunicación con una partida de 15 millones de euros, ruedas de prensa del gobierno denunciadas por asociaciones y periodistas por el filtrado sistemático de las preguntas, iniciativas legislativas oportunistas y provocadoras de los socios indirectos como EHB y ERC o el globo sonda sobre una posible declaración de estado de excepción que supondría la suspensión de libertades básicas y la seguridad jurídica de 46 millones de personas

En la próxima columna se analizará la estrategia del populismo radical de derecha de Vox en este mometno de crisis causada por el Covid-19.

Hay que instalarse en el caos. Seguiremos atentos.