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Tras una mastectomía decide tatuarse los pechos para recuperar el control de su cuerpo

Nikki Black recibió las peores noticas de su vida cuando tenía 23 años de edad. Un médico le comunicó por teléfono que el bulto que tenía en un pecho era un tumor maligno. Al tratarse de una paciente joven, era muy probable que el cáncer fuera tremendamente agresivo y que su vida corriera peligro. Así que la recomendación del galeno fue muy clara: debía someterse a una doble mastectomia para evitar males mayores.

“Me quedé en estado de shock”, explica Nikki al Daily Mail. “Nadie en mi familia había tenido cáncer de mama, y ahora yo me tenía que quitar los dos pechos”. Tras recibir el mazazo en junio de 2013, decidió pasar por quirófano al mes siguiente.



La operación fue bien, y también el tratamiento de quimioterapia. Desde el primer momento, los doctores le ofrecieron la posibilidad de reconstruir esa zona, una operación de cirugía plástica que podía devolver a su cuerpo su forma antes de la enfermedad.

Pero antes de poder hacerlo, Nikki tenía que someterse al tratamiento de quimioterapia. “Me dejó de venir la regla, me encontraba fatal y no sentía que mi cuerpo fuera mío. Se me cayó todo el pelo y me encontraba muy mal”, confiesa esta norteamericana residente en la ciudad de Filadelfia.

Por si esto fuera poco, Nikki sufrió problemas cardiacos derivados de su enfermedad. “Mi corazón se paró durante unos segundos. Fue una experiencia traumática”, resume.



Pero quizás el haber estado tan cerca de la muerte le hizo apreciar a un más la vida. Desde el momento de su infarto, Nikki puso toda su energía en lo que ella llamó “recuperar el control de mi cuerpo”. Lo primero que hizo fue reconstruir su pecho y luego, hacerse dos tatuajes en la zona en la que antes estaban los pezones.

El encargado de hacer los dibujos fue un artista llamado Holly Feneht, especializado en tatuajes para mujeres que han sobrevivido al cáncer y quieren convertir sus terribles cicatrices en algo hermoso.

Nikki confiesa que lloró la primera vez que vio los diseños que Feneht había realizado para su cuerpo. Con el dibujo ya inmortalizado sobre su piel, la mujer revela que se siente poderosa de nuevo, y siente que su cuerpo vuelve a ser bello, pero “no de una manera sexualizada”, aclara. “Siento los tatuajes como si fueran una armadura, algo que me protege del resto del mundo”.