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¿El fin de los opioides? Un hallazgo podría aliviar el dolor crónico sin causar adicción

El dolor crónico afecta a millones de personas en todo el mundo y una manera de aliviarlo son los opioides. Imagen vía Getty.
El dolor crónico afecta a millones de personas en todo el mundo y una manera de aliviarlo son los opioides. Imagen vía Getty. (Cinefootage Visuals via Getty Images)

Millones de personas en todo el mundo sufren dolor crónico asociado a diversas causas y las opciones farmacológicas para abordar ese dolor son limitadas. Se estima que el consumo mundial de antiinflamatorios no esteroideos -grupo al que pertenece, por ejemplo, el ibuprofeno - es de 30 millones de personas diariamente. Y, aunque puedan parecer bastante inofensivos, los AINEs tienen un buen número de efectos secundarios.

La cosa se pone peor cuando el dolor es más severo y prolongado: para muchos pacientes el único alivio se encuentra en los analgésicos opioides, unos fármacos que además de tener efectos secundarios tienen un enorme potencial adictivo. Tanto que en Estados Unidos la adicción a los opioides constituye una auténtica crisis nacional: con más de cien mil muertes anuales por sobredosis de drogas, encontrar una alternativa analgésica no adictiva es una necesidad acuciante.

Este es precisamente el objetivo de un equipo de investigadores de la Universidad California Davis dirigido por Vladimir Yarov-Yarovoy y James Trimmer, que se han propuesto crear un analgésico mensual no adictivo que se pueda usar en lugar de los opioides y que estaría basado en una de las tecnologías biomédicas más fructíferas de las últimas décadas: los anticuerpos monoclonales.

Los anticuerpos monoclonales son proteínas del sistema inmunitario creadas en laboratorio y que son capaces de unirse específicamente a una diana, de manera que se pueden utilizar para neutralizar antígenos concretos -por ejemplo, virus- o para transportar fármacos a los puntos que nos interesen. Sus bondades ya han encontrado multitud de aplicaciones, desde tests de embarazo y diagnóstico de patologías hasta el tratamiento de enfermedades autoinmunes e incluso cáncer.

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El objetivo del laboratorio de Yarov-Yarovoy y Trimmer es aprovechar el potencial de los anticuerpos monoclonales para atacar de raíz al dolor bloqueando los mecanismos neuronales que lo conducen. Para ello deben diseñar una molécula capaz de unirse a los canales de sodio dependientes de voltaje, una especie de poros localizados en la membrana de las células nerviosas que son un elemento clave en la transmisión del dolor. Esta molécula encajaría en los canales como una llave en una cerradura, evitando que envíen señales de dolor pero sin interferir con otras señales enviadas a través de las neuronas.

Los anticuerpos monoclonales se utilizan ya para tratar numerosas enfermedades. Imagen vía Getty.
Los anticuerpos monoclonales se utilizan ya para tratar numerosas enfermedades. Imagen vía Getty. (Naeblys via Getty Images)

La tarea no es nada sencilla, ya que existen tres canales diana que tienen estructuras tremendamente complejas. La primera fase será identificar proteínas prometedoras utilizando herramientas de software como Rosetta y AlphaFold. Una vez identificadas se probarán in vitro en tejido neuronal cultivado en laboratorio.

La fase final, el testeo en modelos animales y en humanos, puede estar aún a años de distancia, pero los beneficios del fármaco que se espera desarrollar bien merecen el esfuerzo y la inversión. Y es que, además de carecer del riesgo de adicción de los opioides, los anticuerpos monoclonales pueden circular en el torrente sanguíneo durante más de un mes antes de que el cuerpo los descomponga. Los pacientes podrían autoinyectarse el tratamiento una vez al mes y obtener un alivio sostenido del dolor durante semanas, ¡un auténtico sueño para quienes padecen dolor crónico!