Anuncio
Mercados españoles cerrados
  • IBEX 35

    10.854,40
    -246,40 (-2,22%)
     
  • Euro Stoxx 50

    4.921,22
    -59,87 (-1,20%)
     
  • Dólar/Euro

    1,0717
    +0,0045 (+0,42%)
     
  • Petróleo Brent

    83,52
    -2,81 (-3,25%)
     
  • Oro

    2.330,20
    +27,30 (+1,19%)
     
  • Bitcoin EUR

    53.899,34
    -2.265,89 (-4,03%)
     
  • CMC Crypto 200

    1.202,07
    -136,99 (-10,23%)
     
  • DAX

    17.932,17
    -186,15 (-1,03%)
     
  • FTSE 100

    8.121,24
    -22,89 (-0,28%)
     
  • S&P 500

    5.018,39
    -17,30 (-0,34%)
     
  • Dow Jones

    37.903,29
    +87,37 (+0,23%)
     
  • Nasdaq

    15.605,48
    -52,34 (-0,33%)
     
  • Petróleo WTI

    79,13
    -2,80 (-3,42%)
     
  • EUR/GBP

    0,8550
    +0,0012 (+0,14%)
     
  • Plata

    26,93
    +0,28 (+1,04%)
     
  • NIKKEI 225

    38.274,05
    -131,61 (-0,34%)
     

Cada vez más coches proceden de China, le guste o no a Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene las ideas claras sobre China: hay que apostar más por la producción estadounidense y comprar menos artículos importados del gigante asiático. Está tan seguro, que se encuentra dispuesto a asustar a los mercados financieros con la imposición de aranceles y la amenaza de una guerra comercial.

Trump ha señalado que la industria automotriz es un sector particularmente desequilibrado. China impone aranceles del 25% sobre las importaciones de coches estadounidenses, mientras que sobre los coches fabricados en China e importados a Estados Unidos solo se aplica un arancel del 2,5%. Trump quiere que China baje sus aranceles e importe más coches estadounidenses, y el presidente chino, Xi Jinping, señaló recientemente que la idea no es tan descabellada.

Sin embargo, lo más probable es que una oleada de coches chinos inunde el mercado estadounidense. En 2017, los estadounidenses compraron unos 50.000 coches fabricados en China, pero se espera que esa cifra aumente a 225.000 en 2019 y 500.000 en 2023, según las previsiones del Centro de Investigación Automotriz de Ann Arbor, Míchigan. Y no serán coches de marcas chinas desconocidas, sino vehículos construidos en China por fabricantes reconocidos como Buick (GM), Ford (F) y Volvo.

Trabajadores de una fábrica de carros en Pekín del BAIC Group, enero de 18, 2016.REUTERS/Kim Kyung-Hoon
Trabajadores de una fábrica de carros en Pekín del BAIC Group, enero de 18, 2016.REUTERS/Kim Kyung-Hoon

El año pasado, los fabricantes de coches vendieron en China unos 267.000 vehículos hechos en Estados Unidos, según reveló la firma de investigaciones LMC Automotive. Esto significa que Estados Unidos en realidad tiene un superávit en el comercio de coches con China, al menos hasta el momento. Sin embargo, la cantidad de coches fabricados en Estados Unidos que se exportan a China ha disminuido, mientras que la cantidad de coches fabricados en China que llegan a Estados Unidos ha aumentado. LMC pronostica que en 2020 disminuirá la exportación a China de coches fabricados en Estados Unidos a 240.000 unidades. Por consiguiente, en poco tiempo el superávit comercial en esta industria podría convertirse en un déficit, que es exactamente lo que tanto le incomoda a Trump.

ANUNCIO

Los mercados automovilísticos de Estados Unidos y China son muy diferentes y la mayoría de los grandes fabricantes de coches han consolidado su presencia en ambos países. Como los costos de mano de obra y producción son más elevados en Estados Unidos, es más barato fabricar coches en China. El Buick Envision, que salió a la venta en 2016, fue el primer coche General Motors de fabricación china exportado a Estados Unidos. Volvo, ahora propiedad del gigante automovilístico chino Geely, también exporta a Estados Unidos un par de modelos de su sedán S60 fabricados en China, aunque la mayoría de los S60 provienen de Europa.

Ford comenzará a fabricar su subcompacto Focus en China en 2019 y lo importará a Estados Unidos, lo que representa una gran parte del esperado aumento de las importaciones de coches desde China. Ford está fabricando el nuevo modelo del Focus en Michigan, y al inicio pensó fabricar la próxima generación en México, pero el año pasado decidió cambiar el centro de producción a China. Los márgenes de beneficio en los coches pequeños son ínfimos y las ventas han disminuido. Por eso Ford, al igual que la mayoría de los fabricantes de coches, decidió trasladar la producción de vehículos pequeños al extranjero mientras sigue fabricando vehículos de mayor tamaño, como camionetas y SUV, en sus fábricas estadounidenses.

Trump, un riesgo para los fabricantes de autos

Los productores de coches consolidados que quieren importar a Estados Unidos más vehículos fabricados en China asumen un riesgo evidente, sobre todo con Trump al mando: ¿Podrían tener que enfrentarse a las represalias de los consumidores o políticos estadounidenses? Algunos ejecutivos de la industria automotriz ponen a Apple como ejemplo para defender su caso: los iPhones se ensamblan en China y a nadie parece importarle. Sin embargo, Trump ya les ha llamado la atención a los fabricantes de coches por construir demasiados vehículos en México. Con China no hará una excepción, o al menos eso es lo que piensa.

Los coches que se envían en dirección contraria, es decir desde Estados Unidos a China, suelen ser vehículos de lujo vendidos a compradores ricos a quienes no les interesa el arancel del 25%, como por ejemplo, los SUV BMW (BMW.F) fabricados en Carolina del Sur, los SUV Mercedes (DAI.F) construidos en Alabama y los Tesla (TSLA) construidos en California. Los fabricantes de automóviles prefieren construir coches en el país donde los venden, a menos que exista una demanda global suficiente para justificar una línea de ensamblaje, y las marcas de lujo de menor volumen son un ejemplo de esto.

Si China reduce su arancel del 25%, es probable que las exportaciones de coches al gigante asiático aumenten. Sin embargo, los fabricantes de automóviles aún seguirían prefiriendo construir coches de gran volumen destinados a compradores chinos en China ya que esto reduce los costos de envío y producción, así como los riesgos relacionados con las fluctuaciones monetarias, a la vez que ayuda a evitar los problemas políticos que pueden surgir con el inicio de una guerra comercial. “Las empresas estadounidenses e internacionales quieren producir en China para el mercado chino”, comentó Kristin Dziczek del Centro de Investigación Automotriz. “No es lógico que ahora las fábricas estadounidenses fabriquen coches masivamente para exportar a China”. Que China baje los aranceles no cambiaría la situación.

También vale la pena señalar que es poco probable que China haga algo que ponga en peligro el crecimiento de su industria automotriz nacional, uno de los sectores prioritarios de su economía identificados en el plan “Hecho en China 2025”, que orienta la política oficial del país asiático. Eso significa que las reducciones arancelarias podrían terminar siendo nominales, en el mejor de los casos, a menos que China encuentre otra forma de proteger a sus fabricantes locales de coches, lo cual le daría a Trump la posibilidad de proclamar una victoria.

Rick Newman