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Mike Tyson podrá fumar marihuana sin dar positivo antes de su vuelta al boxeo

Mike Tyson hablando en un escenario delante de una pantalla donde se ha proyectado una foto suya en la que aparece con hojas de marihuana
Mike Tyson participando en una conferencia sobre marihuana el pasado marzo. Foto: Donald Kravitz/Getty Images.

Que el principal protagonista de la actualidad desde hace unos meses en uno de los deportes con más historia, tradición y, en algunas regiones del mundo, tirón popular sea un señor de 54 años se puede interpretar de dos maneras. Una, que el personaje en cuestión sea alguien realmente grande, con una influencia como no se veía desde hacía décadas. Otra, que el panorama esté más bien parado y no haya mucho más que contar.

En este caso se puede decir que hay un poco de todo. Porque es cierto que en este 2020 convulso y lleno de coronavirus la actividad en el boxeo se ha reducido bastante, pero también que la figura de Mike Tyson está a otro nivel. Por eso está teniendo tanta repercusión el hecho de que a tan venerable edad va a volver a pelear, y no contra un cualquiera, sino contra todo un antiguo campeón mundial y olímpico como Roy Jones Jr. (quien, habiendo nacido en 1969, tampoco es precisamente un recién salido del instituto).

Todo lo que surge en torno a este combate, que en principio se celebrará el próximo día 28, acapara titulares. Tanto lo meramente deportivo, con ambos contendientes en un estado de forma admirable para su veteranía y dispuestos a ofrecer un buen espectáculo, como lo anecdótico que surge alrededor. La última noticia es particularmente llamativa: en el análisis previo que se hará para evitar dopaje no se controlará si alguno de los dos púgiles ha consumido marihuana. Es decir, que cualquiera de los dos podrá fumarse un porro tranquilamente los días anteriores sin miedo a sanciones.

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La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) ha aceptado hacer una excepción a su normativa por dos motivos. El primero, que la contienda no tiene carácter oficial y no hay ningún título en juego, ya que, aunque ambos púgiles se la están tomando muy en serio, los dos están ya retirados y no se les considera boxeadores profesionales en estos momentos de su vida. El segundo, que la pelea tendrá lugar en Los Ángeles, en el estado norteamericano de California, donde la ley local permite el uso tanto medicinal como recreativo del cannabis desde 2018.

No cabe duda de que también ha tenido influencia la relación especial de Mike Tyson con las hojas de siete puntas. Se puede decir, sin temor a exagerar, que la hierba le ha salvado la vida. Durante sus años jóvenes, el varias veces campeón mundial de los pesos pesados fue también protagonista negativo tanto en el ring como fuera, con episodios lamentables como el mordisco en la oreja de su rival Evander Holyfield o su turbulenta vida privada, incluyendo tres matrimonios, la muerte de una hija en un accidente doméstico a los cuatro años, y sobre todo la condena por violación y el paso por la cárcel durante tres años, que probablemente fuera el detonante de todo lo demás.

Su salud tampoco ha sido la mejor: se le diagnosticó en su momento un trastorno bipolar, agravado por su adicción al alcohol. Sus excesos le llevaron a despilfarrar los 300 millones que llegó a ganar en su carrera como boxeador y a quedarse varias veces en la ruina. Pero entonces la marihuana llegó al rescate, de forma bastante literal.

Porque Tyson supo convertir su afición, quizás desmedida, por la hierba en un negocio muy lucrativo. Cuando casi tocó fondo, intentando reinventarse con alternativas difíciles de calificar, e incluso según cuenta llegó a pensar en el suicidio, se asoció con un par de empresarios, compró un terreno en California y puso en marcha Tyson Ranch, un centro de cultivo, venta e investigación de cannabis para uso medicinal (aprovechando que con ese fin ya era legal allí desde los años ‘90).

La iniciativa ha tenido tanto éxito que se calcula que actualmente el que fuera conocido como The Baddest Man on the Planet (“el peor hombre del planeta”) consigue generar cerca de medio millón de dólares al mes. Los residentes locales no solo no le han puesto ningún reparo moral, sino que están encantados por la cantidad de puestos de trabajo que ofrece y porque parte de ellos están reservados a veteranos de guerra, con el fin de ayudarles a reintegrarse en la sociedad.

Más allá del lado cómico del asunto, y de los muchos chistes que se podrían hacer con lo que fume o deje de fumar cada luchador antes de subir al ring y lo risueños que pueden estar durante los asaltos, la medida puede enmarcarse como una muestra de la tendencia a la que está yendo la lucha antidopaje. Es antiguo, y quizás un tanto recurrente, el debate sobre si la marihuana y otras drogas que se usan más por ocio que por mejorar las prestaciones deberían permitirse para los deportistas profesionales.

Hasta ahora se suelen alegar dos argumentos para mantener la prohibición. Por un lado, que aunque en sí misma la marihuana no produce incrementos ni en la fuerza, ni en la velocidad, ni en ninguna otra característica que pudiera favorecer a un deportista, sí que es cierto que aumenta la tolerancia al dolor, lo que, forzando un poco la interpretación de las reglas, puede interpretarse como una ayuda externa. Por otro, porque se considera que los deportistas son modelos de comportamiento para la sociedad, en particular para los más jóvenes, y no se considera adecuado que, aunque sea indirectamente, se les vea fomentando el consumo de según qué productos.

En cualquier caso, parece que en los últimos tiempos la AMA está abriendo un poco la mano en este sentido. Su nuevo código, que entra en vigor el 1 de enero de 2021, considera al cannabis y a otras drogas como la cocaína, la heroína y el éxtasis como “sustancias de abuso”, lo que implica que las sanciones serán menores. De hecho, incluso se dejará de considerar dopaje si el positivo se produce fuera de temporada de competición, pasando a tener la categoría de infracción y un castigo más reducido todavía.

El propio Tyson en su momento tuvo que inventarse mil y una estratagemas para superar los controles. Si su época de esplendor hubiera sido en la actualidad, seguramente se habría encontrado con muchos menos problemas. Si hubiera sido capaz de compaginar su faceta actual de empresario exitoso con la de mejor boxeador del mundo, es algo que dejamos a la imaginación del lector.

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