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Lula quiere una cumbre climática en plena Amazonía; eso puede ser complicado

(Bloomberg) -- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quiere mostrar la realidad de la Amazonía cuando su país acoja el año que viene una cumbre de las Naciones Unidas sobre el clima. Para los asistentes, eso podría significar viajes complicados y condiciones precarias.

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El norteño estado de Pará, el cual alberga aproximadamente una cuarta parte de la mayor selva tropical del mundo, deberá triplicar con creces su capacidad hotelera y superar los cuellos de botella tanto en transporte como saneamiento antes de poder acoger a los delegados de la COP30 a fines de 2025.

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Belém, la capital del estado, solo cuenta con 12.000 camas de hotel. Teniendo en cuenta el número de asistentes a la cumbre del año pasado en Dubai, necesitará al menos 41.000 en el momento más álgido, que es cuando asistan los jefes de Estado. Una opción que se baraja es utilizar cruceros como hoteles flotantes.

Luego está el problema de llevar a la gente a la ciudad. Dado que el aeropuerto de Belém no tiene la capacidad para acoger el volumen de pasajeros, el alcalde ha sugerido que los delegados vuelen a otras ciudades y luego hagan el trayecto, de varias horas, por tierra.

“Hay otros lugares en Brasil donde la infraestructura está preparada, pero éstas no tienen el peso político de tener la COP en la Amazonía”, dijo Márcio Astrini, responsable de la red medioambiental Observatorio do Clima en São Paulo. “Ahora el Gobierno tiene que aportar lo necesario para que el evento sea viable”.

Pará es un estado pobre. Aunque está entre los más grandes de la Amazonía, representa menos del 3% del producto del país, con una media de ingresos mensuales de 2.276 reales (unos US$440) el año pasado, frente a los 3.033 reales a nivel nacional, según datos oficiales.

El alcantarillado es un reto importante en Belém. La ciudad, de 1,3 millones de habitantes, solo recoge el 20% de sus aguas residuales y menos del 3% son tratadas, según Trata Brasil, una organización no gubernamental sobre acceso al agua.

La magnitud de los retos logísticos de Pará llevó a algunos dentro del Gobierno a sugerir el traslado del evento —o al menos de partes— a ciudades como São Paulo y Río de Janeiro. Pero tanto Lula como el gobernador del estado se muestran firmes en que la conferencia se celebre en la Amazonía.

“Tendremos la ‘COP de la selva’”, dijo el gobernador Helder Barbalho en una entrevista. Añadió que el traslado de la cumbre ha sido “completamente descartado”.

No será la primera vez que Lula utilice Pará para promover su agenda medioambiental. El presidente de Brasil recibió a su homólogo francés, Emmanuel Macron, en ese estado a principios de este año.

Lula propuso Belém como sede durante la cumbre COP27 en Egipto a fines de 2022, su primer viaje internacional tras volver al poder ese año. Ha puesto la protección de la selva tropical al centro de su agenda en su tercer mandato y busca restaurar el liderazgo de Brasil en temas climáticos, en particular después de que el país se convirtiera en un paria internacional durante el Gobierno de Jair Bolsonaro.

Sin embargo, Pará sufre hace tiempo problemas de deforestación. El año pasado cerca de un tercio de la superficie deforestada en la Amazonía brasileña fue en esa región, la peor tasa entre los nueve estados que abarca la biosfera, según Imazon, una ONG conservacionista.

Aún así, Pará ha conseguido frenar el ritmo de tala y está intentando utilizar la COP como palanca para seguir avanzando. Para 2030 planea reforestar un área más grande que toda Costa Rica. Esto lo logrará con la ayuda de inversionistas que gestionarían la rehabilitación a cambio del derecho a vender los créditos de carbono generados en el proceso.

Barbalho espera haber entregado el primer lote para reforestación —una reserva de 10.000 hectáreas que había sido ocupada y talada ilegalmente— en septiembre. El estado también busca completar en junio la venta de un primer tramo de créditos de carbono generados por sus avances en la reducción de los niveles de deforestación.

Para cubrir el déficit de alojamiento, el gobernador dijo que se están construyendo tres nuevos hoteles en Belém, así como algunos espacios provisionales que luego se convertirán en un nuevo centro administrativo gubernamental. El estado también considera renovar escuelas en albergues, reutilizar villas militares, construir unidades modulares y asociarse con proveedores de alquiler vacacional como Airbnb Inc.

Cruceros podrían ofrecer entre 6.000 y 8.000 camas adicionales, pero proporcionar energía a los barcos preocupa al estado, debido a las emisiones adicionales una vez que estén anclados en el puerto.

El Gobierno federal está coordinando los contratos de los cruceros y está considerando alternativas para reducir su huella medioambiental durante el evento, como el uso de biocombustibles o conectarlos a la red eléctrica existente. La distribuidora de energía Equatorial Pará confirmó que se le ha planteado la posibilidad de suministrar energía a los cruceros durante la COP30.

En cuanto a los problemas logísticos, el estado trabaja en mejorar sistemas de drenaje y alcantarillado, pavimentar 600 carreteras y ampliar otras infraestructuras de transporte, como el aeropuerto de Belém. El Gobierno de Barbalho argumenta que, entre esas mejoras y el hecho de que actualmente solo funciona al 50% de su capacidad, debería poder hacer frente al aumento de la demanda que conllevará la conferencia.

“Brasil se ha comprometido a acoger una COP en Belém“, afirmó Caetano Scannavino, coordinador del Projecto Saúde e Alegria, una ONG centrada en Pará. “Hay una expectativa, una movilización amazónica” y cualquier reubicación del evento “sería muy malo”.

--Con la colaboración de Andrew Rosati y Giovanna Serafim.

©2024 Bloomberg L.P.