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Lugares que se está cargado el turismo y cómo se enfrentan sus autoridades a ello

Lugares paradisíacos cerrados a los turistas para limpiarlos y recuperar parte de su antiguo esplendor; ciudades míticas invadidas por hordas de personas cámara en mano; espacios que deberían invitar al recogimiento convertidos en material inagotable de selfies… El mundo está lleno de zonas, urbanas y naturales, que sufren las consecuencias del llamado turismo de masas. Por suerte, a veces se toman medidas para remediar o paliar el daño. El reciente caso de la isla de Komodo, que cerrará durante un tiempo al turismo, es solo una muesca más de una lista demasiado larga.

Komodo anunció hace poco su cierre por el bien de sus dragones y para poder limpiar. (Foto: Getty Images)
Komodo anunció hace poco su cierre por el bien de sus dragones y para poder limpiar. (Foto: Getty Images)

La decisión de las autoridades de Indonesia de prohibir el turismo a partir del próximo año tiene como único objetivo, así lo han explicado y detallado, de llevar a cabo un plan de recuperación para isla . Su meta principal es la de salvar el hábitat de sus populares dragones convirtiéndola en una zona de conservación para la especie. Y ya que va a estar cerrada una buena temporada, limpiarla de toda esa basura y suciedad que generan los visitantes. Esta decisión, anunciada el pasado mes de julio y que se hará efectiva a partir de 2020, recuerda a otras que otras islas de postal tomaron antes con el mismo fin: sobrevivir al turismo.

En Boracay (Filipinas) tuvieron que recurrir a la misma medida en 2018 y durante seis meses los turistas no pudieron subirse al ferry que les conducía hasta ella. En aquel momento el presidente filipino, Rodrigo Duterte, calificó la isla de “cloaca” por la cantidad de basura que se acumulaba en sus costas de agua cristalina como consecuencia de un aumento de los visitantes que llegó a cuadruplicarse en el periodo de 2006 a 2017 hasta los dos millones de personas dejando de ser el paraíso mochilero que era antes.

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Y como Komodo y Boracay, Maya Bay, la playa que popularizó aquella película de Leonardo DiCaprio. E l año pasado dijo basta, que no podía más. Primero las autoridades tailandesas decidieron cerrarla seis meses para poder limpiarla y que recuperase su esplendor. El que tenía antes de la fama que le sobrevino con el salto al cine. Sin embargo, su estado era tal -recibía 5.000 turistas al día- que tuvieron que prolongar el cierre sin fecha de fin.

China comenzó a controlar el acceso a uno de los campo base de su lado a principios de año para poder retirar las toneladas de basura acumuladas. (Foto: Getty Images)
China comenzó a controlar el acceso a uno de los campo base de su lado a principios de año para poder retirar las toneladas de basura acumuladas. (Foto: Getty Images)

No es una isla, sino una montaña, pero también ha sufrido los problemas de la masificación. A principios de año China anunció que prohibiría la entrada a los turistas al campo base norte del Everest. Toneladas de basura se habían acumulado. Nada de turistas y control del número de alpinistas que acceden. Esa fue su decisión. Y es que el pico más alto del mundo supone un reclamo turístico inigualable para la región.

En Katmandú, la capital de Nepal, muchas familias viven del negocio de escaladores y visitantes que acuden a la ciudad para contemplar la belleza del monte. Pero eso tiene consecuencias. En forma de basura y en forma de imágenes que dan una idea de la magnitud de la situación. Prueba de ello es la foto que en mayo publicó la agencia France Presse con una cola enorme de 200 alpinistas esperando su turno para fotografiarse haciendo cima. Rompieron un récord, pero el caos fue tal que hubo muertes.

Otro paraíso natural que tuvo que plantar cara al turismo fue el Parque Nacional de Banff, en Alberta (Canadá). Allí, en 2017, cerraron de manera temporal para desintoxicarse por primera vez en su historia con el deseo de que nunca más tener que volver a hacerlo. Pero fue algo que no les quedó más remedio que llevar a cabo para poder preservar los senderos y la vida silvestre del lugar.

La afluencia al Parque Nacional de Banff (Alberta, Canada) estaba poniendo en riesgo la vida silvestre cuando decidieron cerrar una temporada. (Foto: Getty Images)
La afluencia al Parque Nacional de Banff (Alberta, Canada) estaba poniendo en riesgo la vida silvestre cuando decidieron cerrar una temporada. (Foto: Getty Images)

No solo la naturaleza sufre, las ciudades también

Cuando se trata de la naturaleza, ya sean islas, playas, parques naturales, montañas…, es más fácil aplicar ese concepto de lugar arruinado por el turismo. Sin embargo, no es exclusivo de ella. Las zonas urbanas, las ciudades, también pueden verse aquejado el mismo mal. El ejemplo más claro, sin duda, Venecia. Visitarla en según qué épocas del año puede ser un auténtico calvario y una decepción mayúscula. Porque sus callejuelas estrechas no dan abasto para absorber a la cantidad de visitantes que llegan cada día. Hay momentos -y no solo ocurre durante su popular carnaval- en los que caminar se hace imposible. Puentes y callejuelas abarrotadas. Esa es la imagen que muchos se llevan al abandonar una de las ciudades italianas más bonitas y pintorescas. Venecia se hunde, dicen.

No es, a día de hoy, su único problema. Por eso su alcalde, Luigi Brugnaro, lleva meses lanzando una serie de medidas para combatir el turismo masivo y poner remedio a la situación. No se puede comer en la calle; tampoco bañarse en los canales y fuentes (por extraño que parezca hay quien lo hacía); han colocado tornos para controlar el flujo; a partir de 2022 será obligatorio pernoctar para poder entrar y desde mayo quienes visitan la ciudad pagan una tasa de acceso a través de los billetes de transporte. Todo el dinero recaudado se destina a la conservación y restauración de una ciudad que recibe a 30 millones de turistas al año y que tiene un serio problema con los cruceros al que todavía no han puesto solución.

El alcalde de Venecia se ha tomado muy en serio la protección de la ciudad contra el turismo de masa y no deja de aprobar nuevas medidas. (Foto: Getty Images)
El alcalde de Venecia se ha tomado muy en serio la protección de la ciudad contra el turismo de masa y no deja de aprobar nuevas medidas. (Foto: Getty Images)

Ámsterdam es otra de las ciudades que ha sido arruinada por la avalancha de turistas y de ahí las medidas tomadas. Su problema no es tan grave y puede que tan notable a simple vista como en la ciudad italiana, pero sus gobernantes llevan tiempo aprobando soluciones como limitar los alquileres de Airbnb, prohibir la apertura de nuevos locales turísticos, nada de ‘beer bikes’, reducir el número de participantes en las visitas guiadas y medidas especiales para el Barrio Rojo, cuyo traslado se está barajando.

Más reciente es el caso de Dubrovnik y parte de la ‘culpa’ la tiene, según señalan en CNN Traveler, Juego de tronos. Le dio fama a nivel mundial y como ocurrió con Islandia y algunas zonas de Irlanda, los fans de la serie acudieron en masa a los escenarios vistos en la pantalla. Así, en 2016, hubo un día en el que 10.000 personas compraron entradas para recorrer sus muros. Para ponerle remedio a la masificación, el alcalde, Mato Frankovic, anunció que solo dejarían atracar a dos cruceros por día en su puerto este año con un máximo de 5.000 pasajeros, se redujeron el número de tiendas y de mesas en los restaurantes…

A veces el problema no es tanto la masificación o la basura que se pueda dejar atrás (como ocurre en la mayoría de los lugares mencionados) sino la falta de respeto de los visitantes como ocurre en Auschwitz. Han sido varias las veces que los responsables de museo han tenido que llamar la atención públicamente a través de las redes sociales a quienes parecen olvidar que allí murieron asesinadas un millón de personas. Hay quien lo olvida y se deja llevar por su afán de sacarse una foto haciendo funambulismo sobre una vía que condujo a tantos hacia un destino fatal.

En ocasiones lo que arruina un lugar es la falta de respeto de algunos turistas, como en Auschwitz. (Foto: Getty Images)
En ocasiones lo que arruina un lugar es la falta de respeto de algunos turistas, como en Auschwitz. (Foto: Getty Images)

No se trata de demonizar al turista . Todo el mundo lo es en algún momento del año. El turismo es una actividad que mueve mucho dinero y es el sustento de muchas familias. Algunas zonas, de hecho, es probable que no pudiese sobrevivir sin él. Se trata de otra cosa. Por un lado, de hacerle más fácil la vida a los lugareños, quienes viven allí y sufren en carne propia y en su día a día los inconvenientes de la fama de su lugar de residencia. Eso y fomentar un turismo responsable que ayude a conservar estos tesoros, naturales y urbanos, para las generaciones posteriores de los autóctonos y de los visitantes que quieren disfrutar de ellos.