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Los 'vagos de Silicon Valley': sueldos astronómicos y poco trabajo

Reciben sueldos verdaderamente exagerados pero no parece que trabajen mucho. Son los afortunados ingenieros de Silicon Valley, aquellos que en pocos años de esfuerzo y mucho talento se han hecho de grandes fortunas. Muchos los llaman “los vagos” y sus imágenes son las de personas jóvenes, audaces, extrovertidas y en perpetuo estado de relajación.

Cuando para muchas personas un empleo en el polo tecnológico más importante del mundo representa un alto nivel de estrés, semejante al de Wall Street y provocador de enfermedades de la piel, tics y caídas del cabello, hay otro sector muy favorecido que duerme a pierna suelta y toma vacaciones varias veces al año.

[También te puede interesar: Los salarios más altos de Estados Unidos: las empresas que más pagan]

Campus de Google en Silicon Valle. Foto de Business Insider.Para estos, la adicción al trabajo es cosa del pasado. Ellos ya hicieron lo que iban a hacer. Ahora les toca recoger sus frutos con las piernas estiradas. O, como se dice en francés “laisser faire”, que en inglés se convirtió en “rest and vest”, teniendo además una etiqueta que la identifica en las redes sociales: #restandvest.

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Fue en la comedia de HBO titulada “Silicon Valley” donde se lanzó al mundo este peculiar concepto de “vago”. En ella, por apenas pasar la jornada charlando en una azotea y bromeando con sus colegas, el personaje Nelson “Big Head” Bighetti puede sentirse orgulloso de formar parte del colectivo de una gran empresa tecnológica.

Relajados, sin grandes presiones, a los “vagos” de Silicon Valley se les ve llegar a la oficina sin presiones de horarios y se les ve asistir a las reuniones más importantes de la compañía: su historial y su conocimiento de la materia que está en discusión los hace cada vez más necesarios para que la empresa siga avanzando.

Por lo demás, encima de sus mesas de trabajo no se acumulan ya grandes misiones, sino que ahora emplean un mínimo de sus energías para dictar alguna que otra conferencia, para asistir a congresos sobre tecnología en otras ciudades del planeta, para dirigir proyectos de menor envergadura, y para hacer uso de su hoja de ruta para lograr nuevos contactos para la compañía.

¿Realidad o ficción?

Sin embargo, hay quien dice que todo esto es un mito.

Según Jan English-Lueck, profesora de antropología y autora del libro Cultures@Silicon Valley, esta ‘raza’ de ingenieros privilegiados no es un fenómeno demasiado extendido en el país.

“He estudiado los lugares de trabajo de Silicon Valley por mucho tiempo y la verdad es que nunca lo he visto como simple vagancia”, asegura para BBC Mundo.

“Los casos que he visto no son tanto una broma, sino trabajadores que están quemados y deben ser protegidos durante su recuperación”, señala. “No creo que se trate de personas que pasan el tiempo jugando hasta recoger dividendos. Estamos hablando de un talento en el que la empresa ha invertido mucho dinero y recursos, también para su formación”.

Sobre este tema, otros observadores ya se han extendido, y puede que dentro de la leyenda del ingeniero “vago” y afortunado se encuentren, como apuntaba English-Lueck, aquellos que a fuerza de tanto trabajar, han sufrido agotamiento y daños en su propia salud.

Esos son los que llaman “quemados”, quienes, como los espías, deben salirse del juego y entrar en un plan de relajación, sanación y recuperación. Entonces los vemos apartados de las grandes tareas de la empresa, concentrados en unas merecidas vacaciones, pero siempre presentes, a pesar del mal momento de estrés laboral por el que han transitado.

Empleados diferentes

También están los ingenieros 10x, empleados tan talentosos, tan brillantes que son capaces de hacer en una hora lo que otros hacen en 10. Pudiera decirse que poseen la vara mágica para, cuando hay algún problema grave, solucionarlo en muy poco tiempo, cuando al resto se le hace ardua la misión.

Por último, están los “institucionales”, los laboriosos, aquellos que, gracias a su larga experiencia, garantizan el buen funcionamiento de la compañía y reciben a cambio un paquete de acciones como bono extra.

Como apunta English-Lueck, sólo una minoría puede permitirse esta “pereza”, sobre todo en un mundillo tan competitivo.

“El costo de la vida en Silicon Valley no deja de subir”, sostiene.

“Tenemos la imagen de que los ingenieros cobran grandes fortunas, pero la realidad es que la mayoría de ellos no lo hacen. Tienen buenos salarios, sí, pero teniendo en cuenta el precio de la vivienda, apenas son clase media”.

Eso sí, por encima de estos, siempre estarán los “vagos” afortunados que apenas visitan sus oficinas y que, en casa o durante sus muy frecuentes vacaciones, se limitan a ver crecer los frutos que hace años se ocuparon de cultivar.