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La mujer que conseguía que todas las cartas llegasen a su destino

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Se calcula que, solo en Estados Unidos, anualmente alrededor de 100 millones de envíos postales se quedan sin repartir. Los motivos son diversos y puede ser porque la dirección de entrega esté mal o incompleta, el destinatario haya fallecido o cambiado de residencia, se haya deteriorado y no se entienda bien lo que pone… pero algo tienen en común la mayoría: no tienen un remitente a quien devolvérselo. Hoy en día, a pesar de todo ese volumen de cartas sin poder ser entregadas, hay múltiples recursos para poder encontrar alguna solución y muchas veces las redes sociales y los buscadores de internet son de gran ayuda para encontrar a muchos de esos destinatarios y poder hacerle entrega de su correspondencia.

Pero dos siglos atrás todo era muy diferente y a pesar de que el correo que podía acumularse al año solo era de un millón de envíos, los mecanismos para poder solventarlo eran escasos. Por ese motivo en las primeras décadas de 1800 se creó un departamento específico en Washington DC al que llamaron ‘Dead Letter Office’ (Oficina de la carta muerta) y que era el lugar donde iban a parar todos esos envíos no entregados.

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Se contrató un gran número de personas cuyo cometido era intentar averiguar a quién iba dirigido el envío. Algunas eran las ocasiones en las que no había más remedio que abrir el sobre o paquete y comprobar si dentro había algún dato que diera una pista fiable sobre el destinatario o remitente, motivo por el que la mayoría de los contratados eran clérigos jubilados (pues el Estado tenía el convencimiento de que no había personas más honradas que los religiosos para hacer ese trabajo).

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La llegada de cientos de miles de nuevos inmigrantes a los EEUU hizo aumentar el volumen de correspondencia no entregada, pues muchas de esas cartas llegaban sin apenas datos, con simplemente un apodo familiar o sin indicar la población ni el Estado al que iba, todo esto sin contar los sobres que estaban escritos con mala letra, en un idioma extranjero o desconocido para los funcionarios de Correos e incluso en algún dialecto.

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Hacia el último cuarto del siglo XIX, en vista al aumento de trabajo en el departamento de Dead Letter Office (aproximadamente por aquella época ya se alcanzaban los siete millones de envíos anuales sin entregar) se comenzó a contratar también a algunas amas de casa. Solían ser mujeres con estudios y se valoraba que conocieran algún idioma extranjero, algo que reunía Patti Lyle Collins, quien con el tiempo se convirtió en todo un referente y consiguió, en todos los años que trabajó allí, hacer llegar a su destino la inmensa mayoría de los envíos que pasaron por sus manos.

Patti Lyle Collins pertenecía a una familia acomodada que en sus años de juventud le brindó buenos estudios y un gran número de viajes por medio mundo. Dominaba seis idiomas a la perfección, además de tener una gran pericia para resolver enigmas y entender letras prácticamente ilegibles. Había enviudado joven y tenía a su cargo tres hijos, quedando en una situación económica algo delicada, motivo por el que decidió solicitar un empleo en la oficina de Correos, enviándola a trabajar a la Dead Letter Office.

Se convirtió en la número uno del departamento y muchos fueron los artículos que le dedicó la prensa en los siguientes años.

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Su habilidad para descifrar qué era lo que ponía en el sobre y a quién iba dirigido cada envío la hicieron única en su trabajo.

Pero esa no fue la única peculiaridad de Patti Lyle Collins… Unas navidades tras observar un montón de sacas que acumulaban cientos de cartas dirigidas a Santa Claus decidió ponerse a leerlas y contestar un gran número de ellas. Incluso llegó a comprar algunos regalos de su propio bolsillo y enviárselos a niños de familias pobres que, por lo que leía que ponían en sus cartas, sabía que no recibirían el regalo que esperaban.

La prensa la bautizó como Mrs. Santa Claus y varios fueron los artículos publicados alabando su trabajo y buen corazón.

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En los cerca de cien años que han pasado desde que Patti Lyle Collins se retiró de su trabajo (nada se sabe de sus años de vejez y fecha de su fallecimiento), los diferentes responsables de la Dead Letter Office que han ido pasando por allí han reconocido que en todo este tiempo nadie ha sabido sacar el trabajo como ella lo hizo (evidentemente hasta la irrupción de las nuevas tecnologías que todo lo han cambiado).

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Fuentes de consulta e imágenes: postalmuseum / mentalfloss / stampsjoann / smithsonianmag / California Digital Newspaper Collection /