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Heredera de imperio alemán de galletas se disculpa por comentarios sobre el trabajo forzado

Verena Bahlsen se ha disculpado por sus comentarios.
Verena Bahlsen se ha disculpado por sus comentarios.

La heredera del imperio alemán de las galletas se ha disculpado por agravar la indignación con comentarios que parecían minimizar las dificultades que sufrieron decenas de personas obligadas a trabajar en el negocio familiar bajo el gobierno nazi.

Verena Bahlsen, cuyo padre es el dueño de la compañía Bahlsen que fabrica algunas de las galletas más famosas de Alemania, incluyendo Choco Leibniz, reconoció que sus comentarios acerca de que la empresa no hizo nada malo al emplear de manera forzosa a 200 trabajadores durante la Segunda Guerra Mundial fueron irreflexivos.

La mayoría de los empleados que trabajaron de manera forzosa en Bahlsen, con sede en Hanover, eran mujeres, muchas de ellas provenientes de la Ucrania ocupada por los nazis.

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“Eso ocurrió antes de que yo llegara. Pagamos a los trabajadores forzados exactamente lo mismo que a los trabajadores alemanes y los tratamos bien”, le dijo Bahlsen, quien tiene 25 años y es una de los cuatro hijos del dueño de la compañía, a uno de los tabloides de mayor tirada de Europa, Bild, en un comentario que se publicó el martes.

Los políticos alemanes criticaron sus comentarios y algunos usuarios de las redes sociales animaron a emprender un boicot contra las galletas Bahlsen.

“Fue un error amplificar este debate recurriendo a respuestas irreflexivas”, dijo Bahlsen en una declaración el miércoles. “Me disculpo por ello. No pretendía restar importancia al nacionalsocialismo o sus consecuencias”.

Agregó que reconoce que necesita aprender más sobre la historia de la compañía.

“Como la próxima generación, somos responsables por nuestra historia. Me disculpo sinceramente con todas aquellas personas que haya podido herir”.

Bahlsen, que fabrica las galletas de mantequilla Leibniz, pagó voluntariamente 1,5 millones de marcos (unos 859 000 dólares) en 2000-2001 a una fundación creada por empresas alemanas para compensar a 20 millones de trabajadores forzados que utilizaron los nazis.

Los trabajadores forzados no lograron que Bahlsen les compensara a través de juicios individuales ya que los tribunales alemanes citaron las leyes del estatuto de limitaciones.

“Si heredas una propiedad tan grande, también heredas la responsabilidad y no deberías asumir una actitud distante”, le dijo el martes a Bild, Lars Klingbeil, secretario general de los socialdemócratas de centro-izquierda.

Los alemanes también expresaron su enfado hacia la heredera en las redes sociales.

“Ahora Bahlsen se ha convertido en la fábrica de galletas oficiales de Alternativa para Alemania”, escribió un usuario de Twitter el martes pasado refiriéndose al partido de extrema derecha AfD, cuyos líderes han sido acusados ​​de minimizar los crímenes nazis.

“El paquete Bahlsen es muy azul”, agregó el usuario refiriéndose al color de la caja de galletas y la bandera del partido Alternativa para Alemania.

Otros usuarios de Twitter pidieron boicotear a las marcas de Bahlsen. “Nunca compres #Bahlsen”, tuiteó Walter Petermann.

Verena Bahlsen también ha sido criticada por presumir de su riqueza y su pasión por el consumo desenfrenado.

“Poseo un cuarto de Bahlsen y eso me hace muy feliz”, dijo en un evento de negocios en Hamburgo a inicios de este mes. “Quiero ganar dinero y comprarme un yate de vela”.

Sara C Nelson

HuffPost UK