Imágenes que ilustran diferencias clave entre las inauguraciones de Joe Biden y Donald Trump
La ceremonia de inauguración de la presidencia de Joe Biden, celebrada al mediodía de este 20 de enero de 2021, y otros eventos relacionados han tenido un tono singular, sustancialmente diferente al que tuvo, hace cuatro años, la toma de posesión de Donald Trump.
En primer lugar, es claro que el talante de los protagonistas es una diferencia mayúscula: Trump llegó al poder tras una campaña cargada de ofensas y estigmatizaciones pero recibió un país con una economía al alza y un margen de maniobra mucho mayor del que tuvo, en 2009, Barack Obama.
Biden, en cambio, asumió la presidencia en medio de una crisis múltiple: el covid-19 se encuentra en momentos de enorme rudeza, el país está azotado por la pandemia, la economía es débil y la civilidad nacional ha sido golpeada tras la campaña de mentiras que Trump desató en torno a un inexistente fraude electoral en su contra y tras el asalto que sus seguidores realizaron violentamente en el Capitolio para tratar de frenar la certificación del triunfo de Biden.
Trump aludió en su discurso de toma de posesión a que la “carnicería estadounidense” iba a acabar en su mandato, pero lo que entonces mencionó con ardor hiperbólico se convirtió al final de su presidencia en una terrible realidad: dejó la presidencia con un saldo de 400,000 estadounidenses muertos por el covid-19 y con un Capitolio atacado por una multitud de sus seguidores, entre ellos supremacistas blancos y neofascistas. En ambas situaciones él tuvo, por acción y omisión, una enorme responsabilidad.
Biden, en cambio, ha llegado a la Casa Blanca llamando a la unidad, a superar las divisiones y a trabajar para todos para frenar la pandemia, reactivar la economía y atender los problemas de desesperanza, desigualdad, racismo y polarización que afectan al país. Biden llamó a poner alto a la confrontación y expresó singular empatía hacia las víctimas del covid-19.
Que Kamala Harris haya sido juramentada fue toda una primicia, al tratarse de la primera mujer y la primera persona de origen afroamericano y asiático-americano en asumir la vicepresidencia. En 2017 fue Mike Pence quien fue juramentado vicepresidente.
El lugar mismo de la ceremonia de juramentación de Biden muestra las diferencias con lo allí sucedido hace 4 años: en 2017, una multitud se reunió en torno al Capitolio para asistir a la inauguración de Trump mientras que en 2021 el área estaba mayormente vacía, con el acceso bloqueado por miles de soldados desplegados allí ante las amenazas creadas tras el asalto a la sede del Congreso del pasado 6 de enero. Y aunque la cantidad de asistentes a la inauguración de Trump no habría sido tan grande como las multitudes que se reunieron en las de Obama (algo que causó curiosa controversia en su momento), en 2021 es claro que el golpe del covid-19 y de los grupos que atacaron el Capitolio motivó que el evento fuera mucho más restringido.
Con todo, aunque con asistencia mucho más pequeña, el tono fue distinto y las miles de banderas colocadas a lo largo del national mall dieron a la ceremonia de Biden un tono de unidad y empatía del que careció el confrontativo evento de Trump cuatro años antes.
También fue diferente que mientras en 2017 tanto Trump como Pence hicieron solos su entrada al espacio de las escaleras del Capitolio donde se realizó la ceremonia, tanto Biden como Harris lo hicieron acompañados de sus respectivos cónyuges.
En el área reservada para los invitados especiales destacó en la inauguración de Biden en 2021 el uso de mascarillas y la distancia social (y por ende una menor cantidad de asistentes) en comparación con el evento de Trump en 2017, más concurrido y sin el peso de la pandemia y de la amenaza de extremistas internos.
Esta diferencia va más allá de este momento en específico, pues desde que comenzó la pandemia muchos de los eventos de Trump se caracterizaron por la omisión o no obligatoriedad del uso de mascarillas y el distanciamiento como medida de prevención contra el covid-19, al grado que la Casa Blanca se volvió en un punto caliente de contagio de coronavirus.
Otras diferencias han sido señaladas. Por ejemplo, el himno nacional fue cantado en la ceremonia de 2017 por la relativamente poco conocida cantante Jackie Evancho mientras que en 2021 la intérprete fue la superestrella Lady Gaga. Los otros participantes en la sección musical del evento de Biden también son mucho más conocidos que los del evento de Trump: Jennifer López y Garth Brooks cantaron en la inauguración de 2021, y qué decir de Aretha Franklin y Beyoncé, que lo hicieron en las ceremonias de juramentación de Barack Obama en 2009 y 2013. El cartel de Trump en 2017 fue en comparación mucho menos rutilante.
Y las actividades posteriores, los tradicionales desfiles, fueron sustancialmente diferentes: la seguridad en 2021, y la reducida asistencia de espectadores en las calles, contrastó con lo sucedido en 2017, cuando la gente tuvo mucha mayor oportunidad de presenciar el recorrido del entonces presidente Trump.
Finalmente, la mayor diferencia fue la ausencia misma de Trump de la juramentación de Biden. En 2017, Obama acudió a la inauguración de su sucesor, y también lo hicieron los expresidentes James Carter, George W. Bush y Bill Clinton, al igual que la candidata derrota en la elección correspondiente, Hillary Clinton. En 2021, asistieron los expresidentes Obama, Bush y Clinton. Carter por su avanzada edad y el contexto de la pandemia optó por no asistir. Trump, en cambio, evadió el evento y dejó Washington DC.
En retrospectiva, el 20 de enero de 2017 fue el inicio de un periodo de polarización inusitado, marcado por un presidente autoritario, narcisista e inclinado al insulto y la estigmatización y que en su último año alcanzó un contexto terrible de pandemia y confrontación. En cambio, la ceremonia del 20 de enero de 2021 fue protagonizada por un nuevo presidente, Biden, que si bien encara una situación muy difícil lo hace con llamados a la unidad, con actitudes de empatía y apertura y una disposición al diálogo y la reconciliación.
Habrá que ver los resultados pero es claro que ha comenzado, sin Trump en la presidencia, una nueva época.