Yahoo Finanzas El dueño de un pequeño puesto de comida se niega a vender el secreto de su salsa por menos de 2 millones de euros
Chan Hon Meng es un héroe para los cocineros de medio mundo. Este chef de 51 años es el propietario de un modesto puesto de comida callejera en Singapur en el que solo vende dos platos: fideos con pollo o con cerdo barbacoa. Por cada uno pide unos 10 euros. Y siempre tiene cola: desde las 11 de la mañana que abre la persiana hasta las 8 de la noche en la que echa el cierre.
Su éxito es tal que la Guía Michelin ha premiado a su establecimiento con una de sus codiciadas estrellas, convirtiéndose así en el primer puesto callejero que cuenta con esta distinción y en el lugar más barato del mundo que aparece en ese ranking. Celebridades de los fogones como David Muñoz, el propietario del triestrellado Diverxo en Madrid, acuden siempre que pisan la ciudad a deleitarse con sus noodles.
El secreto de de Chan Hon Meng no está ni en la pasta que utiliza para los fideos ni en la carne que los acompaña. Lo que ha hecho que se convierta en una celebridad gastronómica en Asia es la salsa con la que mezcla los ingredientes.
Nadie sabe los ingredientes de los que está hecha, solo que sabe a soja y tiene un cierto picor. Y que cuando entra en contacto con el pollo o con el cerdo, multiplica su sabor y lo eleva a pura ambrosía. Por eso no han sido pocas las compañías chinas, vietnamitas y taiwanesas que se han interesado por conocer la fórmula secreta del cocinero, pero siempre ha dado la misma respuesta a todas: no.
Pero Chan Hon Meng está replanteándose su cerrazón. A sus 51 años de edad, ya se está casando de atender a centenares de personas al día -se estima que sus clientes hacen de cola unas 3 horas para conseguir un plato- y está pensando en vender la receta de su salsa.
Según la página web The Star, Hong Meng podría estar negociando un acuerdo de dos millones de euros con una multinacional que se ha comprometido no solo a darle dinero, si no también a darle participaciones en la empresa, para que se beneficie de las ventas del producto.
Pero Hong Men no solo quiere dinero para él. También quiere un plan de negocio en el que se especifique cuántas personas van a ser contratadas y el lugar en el que van a estar emplazadas las fabricas que produzcan sus botes de salsa. ¿Su preocupación? Que estén en Singapur, un país con tan baja tasa de paro -un 2,1% en la actualidad- que es difícil encontrar trabajadores.
En cuanto se firme el acuerdo, es muy probable que Hong Meng se jubile de forma anticipada y que no se le vea más partiendo pollos y cortando fideos: será multimillonario después de toda una vida dedicada a la comida callejera.
