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A Dirty Cousin of Green Bonds Starts to Attract Money and Skepticism

(Bloomberg) -- Los inversores en bonos verdes, que celebran un paso histórico hacia el establecimiento de normas de mercado, están comenzando a preocuparse de que el próximo gran avance en las finanzas sostenibles pueda socavar esos esfuerzos.

Los llamados bonos de transición están diseñados para ayudar a los emisores en industrias sucias, como la producción de petróleo y la minería de carbón, a financiar su cambio hacia formas más limpias de hacer negocios. El riesgo es que los criterios algo confusos de los bonos pueden permitir que las compañías obtengan fondos para proyectos con pocos beneficios ambientales, exactamente el tipo de cosa que las pautas planeadas de la Unión Europea buscan evitar en el mercado de bonos verdes de más de US$600.000 millones.

“Los bonos de transición no son una etiqueta que favorezcamos”, dice Bram Bos, gerente de cartera en NN Investment Partners BV, una empresa de Países Bajos que administra 287.000 millones de euros (US$320.000 millones) en activos. Potencialmente, “abre la puerta a los emisores con intenciones” equivocadas “y aumenta el riesgo de lavado ecológico”.

Sin embargo, sus defensores argumentan que esta nueva llegada es un complemento necesario a los bonos verdes, dada la urgente necesidad de cubrir un gran déficit en el gasto para abordar el cambio climático. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, se requiere alrededor de US$2,4 billones de inversión anual en los sistemas energéticos del mundo, equivalentes a 2,8% del producto interno bruto mundial, para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados. La inversión total anual en energía limpia alcanzó su punto máximo en 2017 en US$393.000 millones, según datos de BloombergNEF.

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El Banco Europeo para la reconstrucción y el Desarrollo y Crédit Agricole CIB se encontraban entre unos cuantos prestatarios que vendieron bonos de transición el año pasado. El banco francés Crédit Agricole dice que las ganancias de la nota de 100 millones de euros que vendió en noviembre ayudarán a financiar un cambio de energía a carbón a gas natural y convertir el envío marítimo a gas natural de combustible búnker. El proveedor brasileño de carne Marfrig Global Foods SA vendió una nota por US$500 millones en julio, comprometiéndose a utilizar los fondos para comprar vacas solo en ranchos comprometidos a detener la deforestación.

Esa emisión de bonos de transición se suscribió dos veces, según un portavoz de Marfrig. Pero los críticos dicen que tales bonos terminan financiando industrias intensivas en carbono. Después de todo, el ganado representa aproximadamente 15% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que posiblemente eclipsa los esfuerzos de Marfrig para proteger los árboles en la selva amazónica. Un suplemento alimenticio puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero emitidas por las vacas, pero no resolverá el problema.

Un conjunto de directrices de la industria podría ayudar a disipar tales preocupaciones, particularmente porque los bonos de transición quedan fuera del alcance actual de la llamada taxonomía de bonos verdes de la UE. Ese marco, acordado a fines de diciembre, busca en parte reducir el lavado ecológico, definiendo claramente lo que cuenta y no cuenta como una actividad sostenible.

Un nuevo grupo de trabajo sobre bonos de transición, que cuenta con el apoyo de la Asociación Internacional del Mercado de Capitales, puede publicar pautas para futuros acuerdos luego de sus discusiones este año. “Los bonos de transición no son una solución mágica para financiar la transición energética, pero tampoco lo son los bonos verdes”, afirma Yo Takatsuki, jefe de investigación ambiental, social y de gobierno y propiedad activa de AXA Investment Managers, uno de los coordinadores del grupo. “Necesitamos una gran cantidad de ideas para enfrentar este desafío global”.

Trazar una línea clara entre la transición y los bonos verdes puede ayudar a convencer a los inversores escépticos de que hay espacio para ambos, asegura Trevor Allen, analista de investigación de sostenibilidad de BNP Paribas SA. “Necesitamos distinguir entre ellos tanto como sea posible: son diferentes clases de activos”, dice. “Es probable que muchos administradores de fondos de bonos verdes no compren bonos de transición, sino más bien inversionistas convencionales y aquellos dispuestos a financiar compañías que están haciendo un verdadero esfuerzo por cambiar”.

El potencial de esta clase de activos significa que podría superar el mercado de bonos verdes a mediados de la década de 2020, dice Allen. Su pronóstico tiene en cuenta a otro recién llegado al mercado de deuda: el llamado bono vinculado a la sostenibilidad que la gigante energética italiana Enel SpA lanzó por primera vez en septiembre. En ese caso, los ingresos se recaudaron “para fines corporativos generales”, no para inversiones sostenibles específicas. Sin embargo, el costo de interés aumentará si la compañía no cumple con ciertos objetivos ambientales, un concepto que ya es común en el mercado de deuda. El interés de 2,65% en el bono a cinco años de US$1.500 millones de Enel aumentará en 0,25 puntos porcentuales si la compañía no eleva la capacidad instalada renovable a 55% para fines de 2021, desde 46% en junio de 2019.

Esta idea también ha resultado controversial. Por un lado, alinea el resultado final del prestatario con una huella de carbono más pequeña. Por otro, los desafíos en torno a la transparencia y la evaluación comparativa pueden ser un obstáculo para algunos inversores. Además, agregar otra etiqueta trae más complejidad. Aún así, el acuerdo de Enel sirvió como prueba de concepto, y la compañía dice que US$4.000 millones en pedidos muestran que los inversores fueron receptivos. “Se trata de un resultado, no solo de hacer el esfuerzo. Ese es un aspecto positivo”, asegura Guido Moret, jefe de créditos de integración de sostenibilidad en Robeco, que gestiona 199.000 millones de euros en activos.

La gigante de los bonos Pacific Investment Management Co. también ha expresado su apoyo a los bonos vinculados a la sostenibilidad. Por separado, Pimco, con sede en Newport Beach, California, introdujo un fondo en diciembre que puede comprar notas de empresas comprometidas con la acción climática, particularmente aquellas con objetivos basados en la ciencia. Es parte de una afluencia de fondos que se aleja de un enfoque puramente ecológico, a medida que las compañías de inversión reconocen la necesidad de desplegar capital en una gama más amplia de negocios, así como la oportunidad de diferenciar su gama de productos de los de sus pares.

Es importante no quedarse en la semántica, dice Moret de Robeco. Los bonos verdes en sí mismos son posiblemente bonos de transición. Sin embargo, lo que está claro es que los inversores están poniendo cada vez más énfasis en los criterios ambientales. Las compañías intensivas en carbono que no logren hacer y comunicar esfuerzos para reducir su huella pueden eventualmente ver aumentar sus costos de financiamiento. Los bonos de transición pueden ser una herramienta de mercadeo útil, al tiempo que aumentan el efectivo que las empresas necesitan cambiar.

“Definitivamente hay un argumento a favor de los bonos de transición: el mercado de bonos verdes por sí solo no es suficiente”, dice Jarek Olszowka, director internacional de ESG en Nomura Holdings Inc. “Dicho esto, necesitamos salvaguardar la integridad del mercado. La transparencia es primordial si queremos evitar sabotear el progreso que se ha hecho hasta ahora”.

Gledhill cubre el mercado crediticio europeo en Bloomberg News en Londres.

Nota Original:A Dirty Cousin of Green Bonds Attracts Money and Skepticism

Para contactar al editor responsable de la traducción de esta nota: Carlos Manuel Rodríguez, carlosmr@bloomberg.net

Reportero en la nota original: Alice Gledhill en London, agledhill@bloomberg.net

Editor responsable de la nota original: Jon Asmundsson, jasmundsson@bloomberg.net

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