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Desdén de Trump hacia pactos comerciales genera ansiedad

Donald Trump firmando la orden ejecutiva que retiró a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico el 23 de enero del 2017 en Washington. (AP Photo/Evan Vucci, File)

WASHINGTON (AP) — Donald Trump lleva menos de un mes en la presidencia y ya está tomando medidas para desmantelar siete décadas de políticas comerciales basadas en acuerdos y alianzas multinacionales que permitieron a Estados Unidos impulsar su economía y las de otros países.

Y nadie sabe bien con qué las reemplazará.

El vacío puede intensificar la incertidumbre dentro y fuera del país. Al no saberse si el comercio en su forma actual será afectado, los empresarios pueden verse forzados a cambiar sus planes.

"El gran problema es la incertidumbre", dice Marcus Moufarrige, de Servcorp, una empresa de Sydney, Australia, que vende espacio y tecnología para oficinas. "La incertidumbre impide tomar decisiones. Paraliza todo".

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Por ahora los precios de las acciones están subiendo porque los inversionistas se regocijan con la promesa de Trump de que reducirá los impuestos y las regulaciones. Pero su radical ruptura con el pasado produce también inquietud. Fitch Ratings, por ejemplo, advierte que la incertidumbre que rodea las políticas de Trump puede plantear grandes riesgos, entorpeciendo las relaciones comerciales y generando enfrentamientos que alarman a los inversionistas.

La hostilidad del presidente hacia los pactos comerciales y su desconfianza en viejos aliados provocan un vacío de liderazgo a nivel mundial, que China parece dispuesta a llenar. El presidente Xi Jinping es el primer líder chino que asistió a la cumbre anual de las elites empresariales el mes pasado en Davos, Suiza. Y aprovechó la ocasión para decir que China es un abanderado de la filosofía del comercio libre, papel que tradicionalmente desempeñó Estados Unidos. China es el principal exportador mundial y quiere aumentar su influencia internacional.

Trump no ha dado muchos detalles de sus planes en el campo del comercio, limitándose a presionar a las firmas estadounidenses a que se queden en Estados Unidos y generen empleos, adoptando una línea más dura hacia los acuerdos comerciales y fijando tarifas para las naciones que considera se aprovechan de Estados Unidos.

"No hay mucha sustancia en sus políticas", dijo Gordon Hanson, director del Centro de Transformaciones Mundiales de la Universidad de California de San Diego. "Consiste en dos cosas: Presionar a las empresas de Estados Unidos ("creen más empleos aquí porque de lo contrario...") y un proteccionismo generalizado".

Las empresas que importan o exportan no pueden hacer planes sin saber qué medidas específicas va a tomar o promover Trump.

Entre los interrogantes:

— ¿Insistirá Trump en fijar impuestos si no consigue las concesiones que pretende de los socios comerciales de EEUU?

— Si EEUU se sale de sus acuerdos comerciales, ¿los otros países estarán dispuestos a firmar otros pactos nuevos?

— ¿Correrá Trump el riesgo de provocar una guerra comercial en la que los países imponen nuevas tarifas como represalia y sanciones a los bienes estadounidenses? ¿Sobrevivirán las viejas alianzas estadounidenses? En caso negativo, ¿qué las reemplazará?

Por de pronto, ya pasó al olvido la vieja tesis de que lo que es bueno para los aliados generalmente favorece también a Estados Unidos. En su discurso inaugural Trump proclamó que, "de ahora en adelante, Estados Unidos siempre estará primero".

Trump sostiene que el actual orden perjudica a Estados Unidos, sobre todo a los obreros, exponiéndolos a una competencia injusta de trabajadores extranjeros que ganan mucho menos y a las injustas prácticas comerciales de China y otros.

El resultado de esto, afirmó en su discurso inaugural, son "fábricas herrumbradas que se esparcen como lápidas por todo el territorio nacional".

Trump ya sacó a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico entre 12 naciones que había negociado el gobierno de su predecesor Barack Obama. Y se propone renegociar el acuerdo de libre comercio que tiene con México y Estados Unidos, haciéndolo a un lado si no consigue las mejores que desea. Cuestionó la utilidad de la OTAN, habló de reducir las contribuciones de Estados Unidos a las Naciones Unidas y tuvo fuertes roces con dos aliados, México y Australia.

A sus detractores los confunde su empeño en echar por tierra un sistema internacional que promovió la paz desde la Segunda Guerra Mundial, alentó el comercio mundial, sacó de la pobreza a buena parte de Asia oriental y permitió a Estados Unidos ser una superpotencia.

"Esto es aterrador", expresó Adam Posen, presidente del Instituto Preston para la Economía Internacional, un grupo investigador que promueve el comercio libre. "Es el cambio de rumbo más grande que hemos tenido desde la Segunda Guerra Mundial. Recuerda lo sucedido en los años 20 y 30, cuando Estados Unidos dijo, en contra de sus propios intereses, que todo el mundo nos estaba estafando".

En Roseville, Ilinois, un agricultor de soja y maíz llamado Ron Moore esperaba beneficiarse con el Acuerdo Transpacífico, que hubiera abierto el mercado japonés a más productos estadounidenses. "Mi soja se iba a valorizar", expresó Moore, quien dijo sentirse "bastante decepcionado" de que Trump se haya salido de ese acuerdo.

Hay quienes dicen que el Transpacífico hubiera eliminado muchos puestos de trabajo en Estados Unidos.

El acuerdo, no obstante, era algo más que un pacto comercial. Era también una iniciativa diplomática para contrarrestar la influencia de China en Asia. Ahora, "la defunción del acuerdo crea una oportunidad para China", expresó el economista Gareth Leather, de Capital Economics.

"¿Quién va a querer negociar con nosotros si renegamos de nuestros acuerdos?", preguntó Hanson.

Trump, por otro lado, ha dicho que el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá es el peor pacto comercial jamás negociado por Estados Unidos. Desde que entró en efecto hace 23 años, el desequilibrio comercial con México ha aumentado ya que muchas empresas se fueron al país vecino para reducir sus costos. Pero los exportadores estadounidenses también se beneficiaron con las compras de México. Y la mayoría de los entendidos dicen que el acuerdo no incidió demasiado en los empleos de Estados Unidos.

Trump ha dicho que quiere renegociar ese acuerdo o desconocerlo. También amenazó con imponer impuestos a las empresas que se trasladen a México y envíen productos a Estados Unidos. Numerosas empresas, no obstante, tienen cadenas de abastecimiento complejas a lo largo de la frontera con México. Y una salida del acuerdo afectaría sus operaciones.

Trump afirma que su cambio de política, combinado con un recorte de impuestos y menos regulaciones, generará muchos empleos. La mayoría de los expertos se muestran escépticos. Dicen que si Estados Unidos impone nuevas tarifas a las importaciones de China o México, ellos responderán fijando impuestos a los bienes estadounidenses. El resultado podría ser una guerra que haría desaparecer muchos empleos.

Incluso si Trump consigue que vuelvan algunas empresas a Estados Unidos, enfrentaría otro problema: Ya no emplean tanta gente como antes debido a la automatización. Las fábricas estadounidenses producen el doble de lo que producían en 1979, cuando emplearon más gente, con menos de dos tercios de los trabajadores.

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Paul Wiseman está en https://twitter.com/PaulWisemanAP