Descubren un mecanismo biológico que “apaga” la producción de grasa
Después de cada comida, nuestro cuerpo inicia un conjunto muy complejo de reacciones para asegurarse de que la energía que hemos consumido se gestiona correctamente. De hecho, nada más comer nuestro hígado comienza a producir grasas, que son la manera en que el cuerpo acumula más energía. Pero en un artículo reciente se explica cómo el intestino puede impedir que esto ocurra, cortando la producción de grasa.
Todo este mecanismo, y las cascadas metabólicas implicadas, son bastante complejas. Así que vamos a intentar explicarlo, simplificando algunos pasos.
Nada más terminar de comer, nuestro cuerpo comienza a guardar reservas. Es algo que surgió por evolución: como las comidas no eran rutinarias, el organismo se acostumbra a reservar parte de la energía que acaba de recibir, no vaya a ser que la siguiente comida tarde en llegar.
Y la forma más eficiente de acumular reservas es en forma de grasa. Así que el hígado, que es el órgano encargado mayoritariamente de esta tarea, comienza la lipogénesis – literalmente, creación de grasa – en cuanto se ha comido.
Pero ¿cómo sabe el hígado que acaba de llegar una comida? A través de una hormona bien conocida, la insulina. La misma hormona que se encarga de regular la concentración de azúcar en sangre se encarga de decirle al hígado que empiece la lipogénesis.
El hígado se dedica a la lipogénesis hasta que recibe otra señal. Y aquí está la clave del artículo del que hablamos: esta señal la transmite una hormona producida por los intestinos, que recibe el nombre de FGF19 en su versión humana, algo que hasta ahora se desconocía. Porque hasta ahora lo que se pensaba es que el hígado dejaba de producir grasas cuando disminuía la concentración de insulina.
Para explicarlo de una manera sencilla: lo que se ha descubierto es que hay una hormona que informa al hígado de que debe dejar de producir grasa, mientras que hasta ahora se pensaba que el hígado producía grasas porque recibía de continuo el mensaje de “haz grasas”. La regulación es activa – el hígado recibe la hormona FGF19 – y no pasiva – el hígado deja de recibir insulina.
Muy bien, pero ¿significa esto que hemos encontrado un arma contra la obesidad y el exceso de grasa corporal? No realmente, quizá en el tiempo este mecanismo se pueda usar para regular la producción de grasa, pero de momento no. Sí nos permite saber más sobre la acumulación de grasa, que ya es bastante.
En el artículo también se demuestra que los enfermos de hígado graso no alcohólico – un problema de salud serio, y que puede desembocar en cirrosis – presentan problemas con estas hormonas. Y que los ratones obesos tienen su versión de la hormona – llamada FGF15 – afectada. Así que sí, esta hormona afecta claramente a la obesidad.