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Cuestionar la historia y el concepto de patrimonio: esta investigación «rescata» murales perdidos de México

Durante los primeros años del siglo XX, los murales en México fueron la pieza clave del arte pero, con el paso del tiempo, varios de ellos pasaron de ser admirados y estudiados a estar perdidos.

A través del muralismo, los artistas pudieron plasmar su visión sobre el nacionalismo y la sociedad mexicana; se adentraron en explorar diversas técnicas para conservar estas imágenes, varias de ellas se centran en la encáustica (cera), temple (con huevo) y al fresco.

No obstante, piezas como «Caperucita roja», de Carlos Mérida, o «La danza de los listones», de Jean Charlot, solo están en los archivos hemerográficos y bibliográficos del país.

Por ello, Rebeca Barquera, doctora en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), «rescató» las obras del olvido y se basó en ellos para su tesis doctoral, retomada en el texto «En búsqueda del muralismo perdido», publicado en Gaceta UNAM.

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En entrevista para Business Insider México, explica las razones por las que algunos de ellos ya no existen y por qué es tan importante que los conozcamos.

… y todo inició en este lugar

La experta arrancó el análisis sobre los murales perdidos por las obras ubicadas en el Antiguo Colegio de San Pedro y San Pablo, en la Ciudad de México. Ahora es el Centro de Restauración del Patrimonio del INBA.

Las piezas fueron realizadas por Gerardo Murillo, «Doctor Atl», y Roberto Montenegro.

«Encontré las imágenes en unos libros de 1924 y 1926. A partir de ahí, me surgió la duda de por qué seguimos configurando la idea de muralismo a partir de la línea de San Ildefonso si están estos otros a una calle de distancia. A partir de eso, seguí buscando en periódicos y revistas si había fragmentos. Es rascar qué es lo que hay, lo que se conserva», expone.

Estos murales se destruyeron en la misma década que se realizaron, es decir, en los años 1920.

«¿Cómo fallaron? ¿Qué no alcanzaron a comunicar estos murales? ¿Qué presencia tenían que no les gustó a los siguientes secretarios de Educación? Viene esta historia paralela al muralismo, que queda y que no», dice Barquera.

La historiadora del arte menciona que su labor, y la de las personas que se desarrollan en esta disciplina, depende de lo que se conserva a través del tiempo, como las piezas in situ o las colecciones de arte.

No obstante, en esta labor para mostrar los murales que ya no existen, las pesquisas son aún más profundas y sujetas a diversos desafíos.

Causas de la desaparición de estas obras

Entre las causas por las que diversos murales en México están perdidos están cuestiones políticas, ideológicas y hasta de «competencia» entre artistas.

«El mismo Diego Rivera que tiene a sus ayudantes en su primer mural, ‘La creación’, que son Jean Charlot y Carlos Mérida. Luego los vuelve a invitar para decorar los patios de la SEP y, cuando cree que su composición necesita más espacio, para ‘El tianguis’, tira el de Charlot (‘La danza de los listones’) y el de Emilio Amero. Es casi a los siguientes meses que los derriba», comenta Barquera.

murales perdidos México | Business Insider México
Jean Charlot, «La danza de los listones», es uno de los murales perdido de México. Cortesía: SEP.

Otro ejemplo es el caso de San Pedro y San Pablo, con el que inició su trabajo de investigación. Aproximadamente en 1928 dejó de existir.

«Mi hipótesis es que, en 1927 se pasa la Ley de creación de la escuela secundaria. Antes terminábamos la primaria y podías continuar tus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria. en ese año, se dan cuenta que es muy pronto, que se necesita otro tipo de educación y nacen las escuelas secundarias. San Pedro y San Pablo se vuelve escuela secundaria y, posteriormente, estará enfocada en señoritas», narra.

A partir de ese cambio, las autoridades pudieron considerar que las imágenes plasmadas por Doctor Atl (desnudos, lluvia, naturaleza en general), no eran propicias para las jóvenes.

«Narciso Bassols, con una tendencia diferente sobre la educación sexual, considera que no son aptas para estar en una escuela de señoritas, de niñas, y los manda a destruir. No es solo un cambio ideológico, sino profundo, en la enseñanza de lo que se permitía ser visto», puntualiza.

Sí, a los estudiantes no les gustaban los murales

Pese a la importancia histórica de este tipo de obras de arte, Barquera cuenta que a los estudiantes de la Escuela Nacional Preparatoria, que en ese tiempo estaba en San Ildefonso, les desagradaban y fueron los primeros en atacarlas.

«Les llamaban ‘Los monotes’ y se encargaron (a desprestigiar) en los periódico, a hacer marchas, a impedir que Siqueiros siguiera con sus murales, grafitear, rayar los de Orozco y pensar cuál es el diálogo. Un Salvador Novo, un Gómez Arias, estudiantes bastantes conservadores (incentivaban eso) y no les gustaba el arte de vanguardia», asevera.

Por ello, en la actualidad es una paradoja que la UNAM sea una de las instituciones que más busca la conservación y restauración de los murales, cuando el primer ataque al muralismo provino de sus alumnos.

No solo ocurre en Ciudad de México

Si bien las pesquisas de Barquera inician en la capital del país, hay «huellas» de murales perdidos en otra partes de México.

«Me interesa sobre todo el caso de Guadalajara porque el grupo que trabajo, que son Roberto Montenegro, Jorge Enciso y el mismo Doctor Atl vienen de allá. Se forman allá, llegan aquí (CDMX) e imponen su manera de concebir el arte. Introducen el tema de las artes populares. Es interesante cómo se trastoca un poco la línea de lo que se produce en la Academia de San Carlos», cuenta.

«En 1923 se regresan varios de estos artistas e inicia la decoración del Museo Regional; es de los primeros museos con colección», agrega.

Actualmente se rescatan los conocimientos y obras de arte de los Ateneos y de lo generado en estados como Sinaloa, Aguascalientes y Estado de México.

En este tenor, la historiadora del arte menciona que, en un primer momento, los tópicos de las obras eran más alegóricos o referentes a artes populares. En una segunda etapa, campesinos, obreros y la revolución Mexicana serán plasmados en los muros de diversos sitios.

«A partir de la década de 1930, se generan proyectos murales en otros espacios (…). Si expandimos un poquito nuestra idea de mural también podemos pensar en las misiones culturales, propuesta de José Vasconcelos, de Gabriela Mistral, de formar profesores que se fueran a convertir en maestros rurales y con ellos van artistas como Fermín Revueltas…», detalla.

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“La bella furia del mar”, de Doctor Atl, es uno de los murales perdidos de México. Cortesía.

¿Por qué debo saber que hay murales perdidos murales en México?

Barquera, cuyo texto completo estará próximamente en TESIUNAM, asegura que es relevante conocer la existencia de los murales para entender la visión de una época y fragmentos de nuestra historia.

«Creo que es importante tener presentes esos otros tipos de proyectos porque la historia del muralismo solo se ha contado hasta lo que llega a nosotros. Si tomamos en cuenta lo que no, ponemos en evidencia los conflictos; por qué permanecen unos, por qué solo nos llegan en este formato de vestigios. Es cuestionar la manera en la que se ha contado la historia; cómo se construyeron (David Alfaro) Siqueiros, (José Clemente) Orozco y (Diego) Rivera como los ‘tres grandes’ y los demás han quedado de lado», considera Barquera.

A esto se suma el reflexionar sobre nuestra visión acerca del patrimonio

«Estos (los murales desaparecidos) formaban parte de lo que sería nuestro patrimonio, pero fueron destruidos, robados al futuro. Ahora, los murales de los años 50 que han sido atacados, la destrucción del Casino ‘La Selva‘, la situación del Centro SCOP, nos hace preguntarnos sobre la legislación de protección al patrimonio», agrega.

Igualmente, para indagar aun más en los murales perdidos de México, faltan más análisis científicos para determinar técnicas exactas.

«Por ejemplo, en ‘El árbol de la vida’, de Roberto Montenegro, se dice que es temple, pero pareciera que falta análisis científico porque el estado de conservación no correspondería si fuera temple (…). Hubo una suerte de laboratorio experimental en los primeros murales y se intentaron distintas técnicas. Por ejemplo, Jean Charlot establece su técnica de fresco pero, en lugar de ser cal y arena, agrega cemento (…). Hay una disputa sobre la técnica fría o caliente de la encáustica (…). Apenas se realizan estudios al respecto», expone Barquera.

En el caso concreto de un mural desaparecido, «Caperucita roja», de Carlos Mérida, los análisis más recientes revelaron que, pese a la raspadura en los muros, no hallaron rastro de la pieza.

«Para borrar un mural solo tienes que tirar la última capa del muro y así los destruyeron. Por eso no se conserva nada de los murales de Doctor Atl (…)», comenta.

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