Controlan lo que comemos y quieren aún más: ¿quiénes son los señores de la huerta?
Foto: Digital Trends
Vivir del campo cada día tiene menos glamour. Y si no, que se lo pregunten de los miles de agricultores que en las últimas décadas han abandonado los campos de Castilla, Galicia, Extremadura, cansados del trabajo duro, de arriesgar y de perder cosechas por las inclemencias del tiempo.
La agricultura no es negocio, pero el mercado de las semillas, los transgénicos y los pesticidas parece muy prometedor, a juzgar por los movimientos de algunas grandes multinacionales volcadas en seguir expandiendo su influencia en este área a golpe de talonario. Hasta el punto de que, si los reguladores de Estados Unidos y la Unión Europea no lo frenan, tres grandes firmas se harán en breve con los mercados de semillas, pesticidas, transgénicos y productos químicos para el cultivo de alimentos.
Se trata de nuevas megacorporaciones que están expandiendo su poder poco a poco, al tiempo que eliminan de la competencia a las empresas locales. Al menos así lo advierten los críticos.
Hace unos años existían seis o siete empresas agroalimentarias que competían por el mercado de las semillas y los productos químicos. Si los reguladores de EE.UU. y la UE no toman medidas, tres empresas controlarán casi el 60% de las semillas, casi el 70% de los pesticidas y productos químicos para el cultivo alimentos y casi todas las patentes de los transgénicos.
Monsanto, Bayer, Dupont y Syngenta se han convertido en los reyes del campo. Y no porque se dediquen a explotar grandes latifundios, el negocio es mucho más fino. Si un agricultor de La India planta algodón, hay un 75% de posibilidades de que las semillas sean de Monsanto y algo parecido sucederá en cualquier rincón del mundo con los pesticidas (Bayer y Dupont se reparten buena parte del mercado) o con los productos químicos para mejorar la cosecha (donde los reyes son de la suiza Syngenta).
Todo gracias a las megafusiones realizadas o en camino. De momento, Bayer la lanzado una oferta para hacerse con Monsanto por 59.000 millones de euros, la química estadounidense Dow quiere fusionarse con su rival Dupont y la china ChemChina planea comprar el grupo suizo de semillas y genética Syngenta por 38.000 millones de euros.
Las consecuencias de estas fusiones son de libro. El volumen de estas grandes corporaciones, sumado a sus mayores posibilidades de ejercer presión política, llevarán a la desaparición de los pequeños productores, incapaces de ponerse a su altura. Una vez eliminados o reducidos al mínimo los competidores, estas grandes corporaciones podrán aumentar los precios de los alimentos y de los suministros agrícolas.
Si las autoridades antimonopolio, los Gobiernos y las organizaciones de consumidores no toman cartas en el asunto, nos arriesgamos a que se imponga un modelo agrícola único que en primer lugar empobrecerá a los pequeños agricultores e inmediatamente a la sociedad en su conjunto.
Aquí nadie se escapa. Ricos o pobres, asiáticos o europeos, amantes del pescado o del chuletón, al final todos nos sentamos a la mesa.
IDNet Noticias