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COLUMNA: ¿Están los bancos centrales asumiendo demasiados riesgos?

Por James Ledbetter

(Reuters) - James Ledbetter es editor jefe de la revista Inc. magazine y el sitio web Inc.com. Recientemente ha escrito el libro "One Nation Under Gold: How One Precious Metal Has Dominated The American Imagination For Decades". Las opiniones expresadas son suyas.

Normalmente se cree que los bancos centrales son instituciones muy conservadoras; si fueran coches, serían unos seguros sedanes familiares. Sin embargo, últimamente algunos bancos centrales han estado haciendo el equivalente del mercado a pasar zumbando con un deportivo descapotable. En años recientes, al menos dos grandes bancos centrales han estado comprando grandes cantidades de acciones, algo normalmente considerado como una inversión de riesgo.

El Banco Nacional de Suiza (BNS) tiene ahora un 20 por ciento de sus reservas en acciones, lo que supone un notable incremento desde el 7 por ciento que tenía hace una década. Más de la mitad se compone de renta variable de Estados Unidos. Y decir que el Banco de Japón (BoJ) se convirtió en un jugador en el mercado de acciones de ese país sería subestimar la institución monetaria porque el BOJ actualmente posee casi el 75 por ciento del mercado de fondos cotizados en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) japoneses, también con una fuerte alza desde hace solo unos años. Otros bancos centrales, incluyendo el Banco Central Europeo y el Banco de la Reserva de Sudáfrica, también hacen adquisiciones similares, aunque Japón y Suiza son los compradores más agresivos de acciones.

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No es extraño que nos sorprenda la idea de que un banco central tenga una cantidad significativa de acciones de una compañía. En Estados Unidos, por ejemplo, la Reserva Federal tiene prohibido por ley tener acciones e invierte sus reservas en bonos y otros valores respaldados por el gobierno.

Algunos otros países, obviamente, tienen reglas diferentes en sus estatutos, y una modesta propiedad de acciones se ha convertido en una estrategia de los bancos centrales durante años. Aún así, la práctica de que los bancos centrales posean cantidades significativas de acciones es un fenómeno muy reciente ¿Por qué está ocurriendo ahora, y qué tipo de riesgos conlleva esta tendencia sin precedentes?

En el caso de Japón, el motivo está claro: durante décadas, el país ha tenido dificultades para sostener el crecimiento económico y el BoJ ya ha agotado las formas más tradicionales de estímulo, como los recortes de tipos de interés y las compras de bonos. Tanto el primer ministro Shinzo Abe como el gobernador del BoJ, Haruhiko Kuroda, tienen dificultades para estimular la expansión y desafiar las expectativas de deflación.

En contraste, el banco suizo parece estar actuando más como un agresivo inversor individual: ha estado comprando acciones porque allí es donde se puede ganar dinero. Sin que lo sepan muchos inversores estadounidenses, el BNS es un accionista significativo en reconocidas firmas estadounidenses como Amazon, Apple, Facebook y Microsoft (en general un poco más de un cuarto del mercado de acciones de Estados Unidos pertenece a accionistas no estadounidenses, pero la alta concentración del banco central suizo es inusual).

Para muchas compañías, los únicos titulares de acciones más grandes que el banco central suizo son jugadores institucionales como Vanguard y Blackrock. Y, como han señalado Dave y Helen Edwards, esas compañías manejan las inversiones de muchos individuos e instituciones, lo que implica que el BNS en muchos casos es el mayor fondo individual.

La estrategia de invertir en renta variable ciertamente ha tenido algunos beneficios. Curiosamente, el banco central suizo de hecho se ha negociado como una acción (SWX:SNBN). Después de muchos años de cotizar en cerca de 1.000 francos suizos (1.013 dólares) por acción, en años recientes ha llegado a subir hasta 8.000 francos (8.106 dólares); la escalada del precio corresponde más o menos al momento en el que el banco comenzó a comprar acciones en cantidad. A Japón no le fue tan bien; su PIB se contrajo en el primer trimestre de 2018 después de dos años de crecimiento (sin embargo, la acción de su banco central está teniendo un buen año, con un alza de alrededor de 20 por ciento desde enero).

Igualmente, la estrategia de las acciones no está exenta de riesgos. Los mercados de acciones pueden dar giros dramáticos a la baja rápidamente, y si un banco central fuera visto vendiendo presa del pánico, fácilmente podría acelerar un declive del mercado. Ciertamente, durante liquidaciones de los mercados los bancos centrales normalmente tratan de aportar liquidez, no retirarla. Pero el mundo aún no ha visto una bajada significativa de las bolsas en la que los bancos centrales sean accionistas mayores. Y aún sin una caída amplia del mercado, los bancos centrales podrían afectar los precios de las acciones si decidieran reducir sus tenencias por otros motivos, como fortalecer o debilitar su moneda nacional.

Adicionalmente, dado que los bancos centrales efectivamente pueden crear dinero a voluntad, la idea de dinero instantáneo convirtiéndose en acciones de empresas suena a algunos observadores como una probable receta para la inflación (en el caso japonés, un poco de inflación de hecho podría ser la meta buscada).

La propiedad de acciones por parte de bancos centrales también conlleva una complicación de gobierno corporativo. Un banco central que posee una cantidad sustancial de acciones en una compañía tiene, al menos en teoría, alguna responsabilidad por cómo se maneja esa empresa. Pero la idea de una compañía del sector privado siendo dirigida incluso parcialmente por un banco central alberga potenciales conflictos de interés, y choca con la forma en la que la mayoría de las naciones desarrolladas han concebido la relación entre los mercados y las instituciones estatales a lo largo de las últimas décadas. La alternativa -propiedad sin responsabilidad- no es más atractiva.

Por el momento, las estrategias de acciones que impulsan Suiza y Japón no parecen ser temas políticos candentes en esos países. Pero no hay mercado de acciones que suba para siempre. Un declive de las acciones podría crear una situación muy espinosa en la que los bancos centrales tengan que liquidar sus carteras, con consecuencias que son difíciles de predecir.