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El salto temporal de 'La casa del dragón' saca a relucir su tema más impactante

ATENCIÓN: Este artículo incluye spoilers del sexto capítulo de 'La casa del dragón'.

Llegados al sexto episodio de La casa del dragón, el spin-off de Juego de Tronos aprovecha para dar un paso importante en sus tramas e introducir un gran salto temporal. Atrás dejamos a la versión adolescente de personajes como Rhaenyra Targaryen o Alicent Hightower, que ahora pasan a estar interpretadas por Emma D'Arcy y Olivia Cooke bajo un enfoque más maduro e intenso que nos introduce más de lleno en el conflicto civil de la Casa Targaryen conocido como la Danza de los Dragones. Y esta madurez ha traído consigo otro gran paso adelante en la profundización de uno de sus temas clave, el que considero el más impactante de esta nueva ficción fantástica de HBO.

Alicent Hightower en el sexto episodio de 'La casa del dragón' (Foto: HBO Max)
Alicent Hightower en el sexto episodio de 'La casa del dragón' (Foto: HBO Max) (HBO Max)

Ya en capítulos previos, La casa del dragón había puesto el foco en representar el papel que juegan las mujeres en la política de los Siete Reinos: El derecho de los hijos varones primogénitos al trono, la negativa del Rey Viserys a seguir esta tradición nombrando a su hija Rhaenyra como sucesora, las advertencias sobre el peligro de rebelión que podría desencadenar esta decisión o el mostrar cómo las reinas pocas veces son valoradas más allá de ser un recipiente para tener hijos.

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Desde luego, fue impactante ver ese inicio de temporada con la reina Aemma Arryn muriendo en el parto de su segundo hijo, puesto que el rey consideró que el varón que traía consigo era más importante que la vida de su esposa. También lo fue ver a un monarca ya mayor y decrépito como Viserys buscando el amor de niñas como Laena Velaryon por simplemente querer ampliar su descendencia, sin importar la edad o sentimientos de la joven. Y por supuesto, escuchar discursos como los de Rhaenys Targaryen, la apodada “la reina que nunca fue” que dejó bien en entredicho el machismo que impera dentro de la sociedad y política de Poniente y de cómo difícilmente esta iba aprobar la coronación de Rhaenyra.

Es sin duda el tema clave de La casa del dragón, el que más adelante derivará al estallido del conflicto. Y la serie no ha podido tratarlo mejor. El ejemplo más claro, aparte de lo visto en la primera mitad de la temporada, es lo bien que lo han sacado a relucir en este salto temporal de su sexto episodio, en especial por el papel que juegan Rhaenyra y Alicent en las intrigas palaciegas y, sobre todo, por el trato que recibe Laena Velaryon, quien ahora se encuentra unida en matrimonio con Daemon Targaryen en las tierras de Pentos.

Laena Velaryon en el sexto episodio de 'La casa del dragón' (Foto: HBO Max)
Laena Velaryon en el sexto episodio de 'La casa del dragón' (Foto: HBO Max) (HBO Max)

A título personal, me ha impactado y entristecido mucho el destino que ha tenido la descendiente de Corlys Velaryion, incluso más que cuando lo leí en el libro de George R.R. Martin. Ante la cabezonería de Daemon de quedarse en Pentos disfrutando de una vida de privilegios, la joven Laena, embarazada de nuevo tras haber dado a luz a dos gemelas, le advierte sobre las consecuencias y oportunidades perdidas que tendría de seguir a las órdenes del príncipe pentosí. Ella es pura fiereza en la defensa de sus decisiones y demuestra una madurez y un raciocinio sobresaliente, pero el hermano del rey Viserys hace caso omiso de sus consejos, como si la opinión de ella no tuviera valor. Es decir, un hincapié en que la opinión de las mujeres, por razonable y lógica que sea, es intrascendente dentro del mundo de Poniente.

Esta trama alcanza su culmen cuando Laena sufre del mismo destino que la reina Aemma Arryn, el morir en el parto, porque, al igual que en el primer capítulo, vuelve a impactar que el encargado de decidir sobre su vida sea su marido, en este caso Daemon. Pero, ante la indecisión de este y al valorar que su vida como mujer en los Siete Reinos parece condenada de todas formas, ella misma decide poner fin a su agonía y pide a su dragón que la calcine. Y no es el único hecho trágico que reincide en este tema de la serie, puesto que Alicent Hightower, en su intención de vengarse de Harwin Strong por su relación a escondidas con Rhaenyra, ve cómo la situación se la va de las manos ante la poca importancia que adquieren sus juicios y decisiones.

Y es que, ante lo mucho que el rey Viserys, quien en todo momento la vio como un instrumento político para aumentar su descendencia, ignora sus juicios y deducciones, ella misma tratará de manejar la situación y resolver por su cuenta el problema de los hijos bastardos de la princesa. Su opción es pedir a Larys Strong que se asegurara pacíficamente de que su hermano y su padre, actual Mano del Rey, se alejan de la corte y de Rhaenyra. Sin embargo, su decisión se convierte en papel mojado, ya que Larys desoye sus peticiones, se toma la justicia por su cuenta y aprovecha la situación para asesinar vilmente, a través de varios lacayos, a Harwin y Lyonel Strong en un incendio en Harrenhall.

Es decir, el caso de otra mujer de armas tomar cuyo juicio y manera de gestionar la política del reino es ignorado. Y este matiz en Alicent me parece muy interesante, porque en los libros siempre es presentada como un personaje con el mismo enfoque de Cersei, el de aprovechar cualquier situación posible para que ella, su hijo Aegon o la Casa Hightower asciendan en el poder. En cambio, estos detalles que ha introducido la serie llevan su personaje a otro terreno, consiguen aportar frescura respecto a Juego de Tronos y refuerza este tema tan potente que es el de la posición de las mujeres en los Siete Reinos.

Al final, es imposible no terminar un capítulo adorando a todo su plantel femenino, sintiendo esa rabia y frustración tan propia del universo de George R.R. Martin y deseando que todo estalle y que cada personaje ocupe el lugar que merece. Y tras el salto temporal parece que todo esto no va a ir más que en aumento.

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