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La mayor alimenticia del país, afectada por la inflación y el cepo a los precios

Tal como ocurre con la mayoría de las empresas del sector alimenticio que no pueden trasladar los incrementos de costos a los precios de venta de sus productos y ven afectados sus márgenes por la constante inflación, Molinos Río de la Plata ya sufrió una fuerte caída de sus ingresos durante lo que va del 2022.

La mayor empresa alimenticia del país y propiedad de la familia Perez Companc reporta una reducción del 30% en sus resultados operativos correspondientes a los primeros seis meses del 2022.

El dato pone de manifiesto la diferencia entre los ingresos con los costos y gastos de la empresa durante el semestre para, de ese modo, poder saber la pérdida o ganancia del ejercicio.

Por lo menos así surge del informe que la compañía envió a la Comisión Nacional de Valores (CNV) para anunciar los resultados de su balance correspondiente a enero-junio y en el cual también informa ganancias por $5.195 millones que contrastan con los casi $1.000 millones de resultado positivo que obtuvo en igual período del 2021.

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En el documento sus ejecutivos hacen referencia además a un incremento del 5,1% en el volumen comercializado, con ingresos netos por $46.916 millones que estuvieron levemente por encima del mismo período del año anterior pero que de todos modos no lograron sostener la recuperación en el volumen de ventas.

"La significativa caída de los resultados operativos se vuelve a focalizar en la imposibilidad de recuperar en los precios de venta los relevantes y cada vez más frecuentes aumentos en los costos, a pesar de mantener una firme política de ajustes en los gastos de comercialización y administración que continúan disminuyendo en relación a los ingresos de la empresa", asegura Molinos en el informe publicado en la web de la CNV.

Entre enero y junio, Molinos ganó  $5.195 millones, contra los  $1.000 millones de igual período del 2021

Inflación y suba de los commodities a nivel internacional

Es decir, la constante y preocupante suba de la inflación, que para julio se anticipa en un 8% llevando el acumulado del año por encima del 44%, causa un fuerte impacto en la política comercial no sólo de la empresa de los Perez Companc, sino en el resto del sector alimenticio.

Más que nada, entre las empresas que participan de los programas oficiales como Precios Cuidados que establece la Secretaría de Comercio que ahora pasó a manos de Matías Tombolini.

De hecho, tanto en la empresa como en el sector se encuentran a la espera de una convocatoria del flamante funcionario cercano al ministro de Economía, Sergio Massa, para un encuentro que podría darse la próxima semana.

Las alimenticias quieren seguir formando parte de la canasta oficial de alimentos, pero vienen advirtiendo sobre la imposibilidad de mantener el abastecimiento de manera normal con los precios pisados o con aumentos de hasta un 5% trimestral que están muy por debajo de la real suba de costos que se acumula mes a mes.

De hecho, el documento de Molinos asegura que el impacto en los costos que afecta a la sociedad se asocia a la persistente suba de los commodities a nivel internacional.

En particular, y como ya fue destacado al cierre del primer trimestre, en Molinos advierten que tanto el precio del trigo como el del girasol, dos de sus principales insumos, se mantuvieron especialmente afectados por la invasión rusa a Ucrania.

Molinos Río de la Plata ya sufrió una fuerte caída de sus ingresos durante lo que va del 2022

"Esta situación impulsó de manera significativa los precios de ambos insumos al alza", asegura el paper.

Sin embargo, la empresa también advierte sobre la situación doméstica, con insumos, envases y fletes, "que continúan aumentando alineados con el sostenido proceso inflacionario".

Efecto positivo, a pesar de las dificultades del contexto

Más allá del escenario negativo a nivel de resultados operativos, en Molinos destacan un efecto positivo de carácter contable que impacta en los resultados después de impuestos y que llevan el balance neto a la rentabilidad.

"A pesar de las dificultades del contexto, vamos a continuar enfocada en el consumidor, sus marcas, la productividad y la eficiencia para seguir acompañando a los argentinos con productos cada vez más saludables, ricos, prácticos y accesibles", aseguran desde la compañía.

Pero, tanto la crisis de ingresos que sufre Molinos como los problemas similares que atraviesan otros grandes grupos alimenticios locales se viene repitiendo durante los últimos años.

Un escenario que muestra empresas que acumulan resultados financieros que reflejan los períodos de inestabilidad por los que atraviesa la industria alimenticia producto de la fuerte caída del consumo; del impacto de las medidas sanitarias para combatir el Covid-19 y de los programas de congelamiento y controles de precios establecidos por el Gobierno con el supuesto objetivo de controlar la inflación.

El cepo a los precios en los programas oficiales impide a Molinos trasladar los mayores  costos
El cepo a los precios en los programas oficiales impide a Molinos trasladar los mayores costos

El cepo a los precios en programas oficiales impide a Molinos trasladar los mayores costos que debe soportar cada mes

En el caso de la empresa de los Perez Companc, en el 2021 finalizó su ejercicio económico con una caída de 4,3% en sus ingresos y 29,9% en sus resultados operativos respecto al 2020.

Si bien su ganancia neta fue de $2.829, sus ingresos alcanzaron los $66.572 millones en comparación de los $69.545 millones de un año atrás.

La cifra evidencia el impacto que tuvo el menor consumo de alimentos en hogares durante el 2021, que según la consultora especializada Kantar cayó 12,6% comparado con el año anterior.

En tanto, el resultado neto se sostuvo producto del dinamismo en los programas de eficiencia, el estricto control de gastos, la reducción del costo financiero y la desaceleración del ritmo de devaluación de la moneda local.

De todos modos, este proceso no le permite recuperar en los precios de venta los importantes aumentos de costos, medidos a sus valores de reposición, asociados a la suba persistente de las materias primas a nivel internacional, como así también los costos locales, principalmente insumos y fletes, que continúan aumentando.

Se trata de los mismos efectos que sufrió en el 2020, cuando su resultado positivo tampoco le alcanzó para revertir la caída de ingresos en casi todas sus áreas, que retrajeron sus volúmenes comparados con los del 2019, en especial en categorías importantes como fideos, arroz, harina, yerba.

Tanto en la empresa como en el sector se encuentran a la espera de una convocatoria de Matías Tombolini

Hasta debió adoptar una serie de medidas extraordinarias para "disfrazar" en sus balances los verdaderos resultados de sus actividades afectadas.

Por ejemplo, recurrió a la venta de sus oficinas centrales en la localidad bonaerense de Victoria y de esa forma equilibrar sus resultados en rojo.

El establecimiento, ubicado en la calle Uruguay 4075 de la localidad de Victoria, en la provincia de Buenos Aires, fue cedido a un grupo inversor a cambio de u$s20,7 millones, y es más que probable que los nuevos propietarios encaren un desarrollo inmobiliario en esa zona muy cercana a la Panamericana pero acordó con los nuevos dueños mantener sus oficinas comerciales y administrativas en el inmueble mediante un acuerdo de comodato.

A Molinos, la operación le aportó ingresos por $2.027 millones, que se sumaron a otros $1.169 millones que obtuvo a partir de políticas de control y recorte extraordinario de gastos, a pesar de los mayores costos generados por la crisis del Covid-19, y, a un riguroso manejo no recurrente del capital de trabajo que derivó en una reducción de la deuda en dólares, y por ende, en menores cargos financieros.

La puesta en marcha de este plan se produjo para evitar continuar acumulando números en rojo, como los que mostró entre el 2017 y el 2019, cuando acumuló pérdidas por $5.000 millones, rojo que fue revertido en el 2020 precisamente gracias a la venta de su sede.

De hecho, el anterior balance con ganancias había sido en el del 2016, cuando cerró con un saldo positivo de $880 millones.