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Adiós al mercado laboral de bajo coste en Europa del Este

Por Jan Lopatka

BRATISLAVA (Reuters) - Los países del centro y el este de Europa se acercan al final de una era económica.

Con niveles récord de empleo y exigencias de los trabajadores para recibir salarios más cercanos a los niveles occidentales, el modelo de mano de obra barata que ha impulsado el crecimiento desde la caída del comunismo va camino de desaparecer.

El reto al que se enfrentan los gobiernos y las empresas de la región en los próximos años es encontrar nuevas vías para el crecimiento.

Una huelga en la fábrica de Volkswagen en Bratislava el mes pasado, el primer paro en una importante planta de automóviles en Eslovaquia, llevó a un aumento salarial escalonado del 14 por ciento, en lo que supone una nueva y contundente señal del cambio de clima económico de la región.

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VW fue una de las decenas de grandes fabricantes occidentales que miró hacia Eslovaquia, la República Checa, Polonia y Hungría después de la caída del comunismo en busca de mano de obra barata.

La carrera al Este marcó el nacimiento de un modelo económico que transformó la región. Pero un cuarto de siglo después, el mercado de trabajo regional se está secando, con índices de desempleo en mínimos históricos en estos países, de alrededor del 3-7 por ciento.

El resultado son unos salarios que aumentan más rápido que en Occidente, con Hungría al frente con un incremento del 12,8 por ciento interanual en marzo.

Zoroslav Smolinsky, dirigente sindical de VW en Eslovaquia que dirigió la huelga, se había incorporado a la línea de producción en 1992, cuando la planta acababa de ser adquirida por la empresa alemana VW (VOWG_p.DE).

Entonces cobraba el equivalente a 75 euros al mes. "Podíamos vivir con eso", dijo. "No teníamos otra opción".

Hoy, los 12.300 trabajadores de Volkswagen en Bratislava ganan un promedio de 1.804 euros al mes.

Sin embargo, estos paquetes salariales siguen siendo menos de la mitad de la paga media de Volkswagen en Alemania, y Smolinsky dice que una disparidad tan grande no puede justificarse.

"Los tiempos han cambiado", dijo el trabajador, de 48 años. "Estamos en la UE y tenemos que estar en sintonía y reducir gradualmente la brecha".

La huelga se resolvió con un aumento salarial escalonado en un periodo de más de dos años, así como una bonificación única de 500 euros por cada empleado y un día extra de vacaciones. VW no es la única empresa que se enfrenta al aumento de los costes y conflictos laborales.

La fabricante de automóviles francesa Peugeot (PEUP.PA) y la coreana Kia han subido los salarios este año en Eslovaquia, mientras que Audi y Mercedes se han encontrado con amenazas de huelga en Hungría.

Los movimientos en los fabricantes de automóviles son particularmente significativos porque la industria automovilística representa la mayor parte de la inversión extranjera en Europa del centro y el este. Las filiales de Volkswagen, por ejemplo, son las mayores empresas de Eslovaquia y la República Checa, mientras que Eslovaquia se ha convertido en el mayor fabricante mundial de automóviles por habitante, produciendo más de 1 millón al año.

El grupo de banca de inversión Renaissance Capital, con sede en Moscú, dijo que los inversores extranjeros no abandonarían los proyectos existentes en la región, pero que las nuevas inversiones probablemente irían a otros lugares.

"Es probable que Europa central nunca más ofrezca lo que ofreció en la década de los noventa", dijo en una nota a los inversores.

TURQUÍA, NORTE DE ÁFRICA

Las empresas están tomando medidas para mejorar la productividad a través de métodos como el aumento de la automatización con el fin de compensar los crecientes costes, dicen ejecutivos, políticos y analistas. A más largo plazo, algunos podrían ir a otros países en busca de mano de obra más barata.

Volkswagen señaló que podría ignorar Eslovaquia de cara a futuras inversiones si se produce otro enfrentamiento costoso con los trabajadores.

Otro aumento brusco de los salarios "pondría en peligro la estabilidad de los empleos", dijo a Reuters Reuters Lucia Kovarovic Makayova, portavoz de Volkswagen en Eslovaquia. "Podría suceder que el grupo dé preferencia a una fábrica con menores costes de personal al decidir sobre la producción del próximo producto".

Renaissance Capital dijo que los inversores en busca de mano de obra barata mirarían, en última instancia, al sur y al este.

"Cuando la confianza de las empresas europeas vuelva a crecer, pensamos que la próxima oleada de expansión de inversiones recorrerá las costas de Turquía y el sur del Mediterráneo", agregó, señalando también Marruecos, Túnez, Egipto y posiblemente Ucrania e Irán.

Filip Eisenreich, director general del grupo checo de sistemas de ventilación y refrigeración Janka Engineering, una sociedad de la empresa Lloyd Group, con sede en la India, dijo que su compañía estaba subiendo los salarios un 7-8 por ciento este año y se encontraba "al límite" en términos de costes laborales .

"Un crecimiento adicional (en salarios) sin crecimiento simultáneo de la productividad no sería sostenible para nosotros", dijo a Reuters.

Si bien la productividad laboral ha sido mucho más baja que en Europa Occidental, "esta diferencia ha sido compensada hasta ahora por menores costes salariales, pero estos aumentan todos los años más rápidamente que en los países de Europa occidental", agregó.

Radek Spicar, vicepresidente de la Confederación Checa de Industria, dijo que las intensas presiones salariales están forzando a las empresas a automatizar más, algo para lo que su organización da formación. Los seminarios "estaban llenos hasta la bandera".

EUROPEOS DE SEGUNDA

La cuestión de la disparidad salarial es muy controvertida en la sociedad y la política en toda la región.

Entre polacos, eslovacos, checos y húngaros está arraigada la percepción de que Europa Occidental los considera europeos de segunda clase. Los políticos han tomado nota de tales agravios y se han unido a los llamamientos para que suban los salarios.

El primer ministro eslovaco, Robert Fico, apoyó a los huelguistas de Volkswagen, mientras que en la República Checa los socialdemócratas en el gobierno han colgado carteles publicitarios de cara a unas elecciones de octubre en las que se declara "El fin del trabajo barato".

Sin embargo, los líderes políticos y sindicales que buscan alinear los salarios con Occidente deben encontrar caminos alternativos al éxito económico. La mayoría coincide en que para ello es crucial que las industrias asciendan en la cadena de valor a sectores con mayores márgenes.

Los grandes fabricantes comparten menos sus ingresos con los empleados en Europa central y del este que en Europa occidental. En la UE, los salarios representan de media un 47,5 por ciento de la producción económica, según Eurostat, pero mientras que esa cifra alcanza los 50,9 en Alemania, cae a sólo 40,4 en la República Checa.

No obstante, los trabajadores de Europa Central y del Este son menos productivos. Según los datos de la OCDE, una hora de trabajo en Alemania produce 52,7 euros de la producción económica alemana, pero sólo 19,4 euros en la República Checa.

Parte de la razón es que muchas empresas checas producen componentes de menor margen para cadenas globales, en contraposición a productos acabados que ofrecen mayores márgenes y beneficios.

"No somos sólo una economía de mano de obra más barata, sino también una economía de bajo coste", dijo Spicar. "También somos una economía de proveedores, parte de las cadenas de producción globales, con una baja participación en los productos finales".

Los encargados de formular las políticas económicas buscan invertir en sectores de mayor margen.

"Tenemos que alejarnos del modelo económico basado en una economía de bajo coste y cambiar a una producción con mayor valor añadido", dijo Michal Picl, jefe de análisis de la oficina del primer ministro checo.

Ya existen ejemplos, como el apoyo del gobierno checo a un plan del fabricante estadounidense de motores de aviación GE Aviation, parte de General Electric, para construir una planta de desarrollo y producción por importe de 350 millones de euros para turbopropulsores en Praga.

Peter Stracar, CEO de General Electric para Europa Central y del Este, dijo que el futuro éxito industrial de la región dependía de moverse hacia negocios de mayor margen.

"Debemos encontrar maneras de crear más tecnología de valor añadido", dijo a Reuters.

Dijo que su compañía había contratado a más de 2.500 empleados altamente calificados en Hungría en ingeniería, finanzas y desarrollo de software en los últimos tres años. La región tiene mucho que ofrecer más allá de los bajos salarios, agregó, citando factores como la estabilidad de sus sistemas legales y su proximidad geográfica a los mercados de Europa Occidental.

"No es sólo una cuestión de bajo coste", dijo.