Cuando lo virtual moldea la realidad
La influencia de las redes sociales en nuestra vida cotidiana es cada vez más determinante. Una fotografía, un estatus o un comentario pueden acelerar rupturas o construir relaciones en cuestión de días, algo que en otra época habría tomado semanas, meses o años. Salvo en casos patológicos, es cada vez más difícil separar nuestra identidad digital de lo que somos en la vida real. Cuando empezamos a utilizar las redes sociales teníamos la impresión de que la identidad virtual y la tangible podían ser dos cosas distintas, pero en realidad nunca lo fueron. Lo que ocurre ahora es que hemos aprendido a entender cómo es que una identidad es reflejo o complemento de la otra.
Las interacciones online han dejado de ser intercambios inofensivos para convertirse en un espacio donde resuenan los problemas que vivimos en la vida real. No hace falta ser un genio para darse cuenta que entre más compartimos nuestra vida privada en la red, más vulnerables somos en todos los sentidos, pero sobre todo en lo que corresponde a las relaciones de pareja.
Esta situación hace que surjan sitios como Namorofake. Este sitio propone a los usuarios de Facebook la posibilidad de conseguir una novia, ex novia o admiradora virtual por la módica cantidad de 39 dólares. Uno de los servicios más socorridos consiste en contratar por siete días a una “novia” que además de poner en su perfil que “tiene una relación con Fulanito”, le dejará 10 comentarios en su perfil. Si usted conoce las funciones de un anillo de matrimonio, entonces puede deducir las funciones sociales de este servicio.
Basta con registrarse, elegir un paquete y una chica disponible. El cliente puede estar seguro de que no se trata de un robot sino de mujeres reales que modifican su perfil para poder dar el servicio. ¿Otra ventaja? Dependiendo del efecto que quiera generar en sus amigos de facebook, el cliente puede elegir el tipo de mensajes que desea ver publicados en su muro. La demanda ha sido tan grande que hay que tener suerte para encontrarse una “novia” disponible.
El diario ABC.es señaló las condiciones de contratación: las chicas reciben el 50% del valor de la contratación, no están obligadas a conocer al cliente en persona, deben mostrar fotos “presentables” y tienen que estar disponibles para enviar comentarios después de media noche. Y lo más interesante: para hacer que el servicio sea verosímil y confidencial, no pueden decirle nada a sus amigos o conocidos.
Realidades complementarias
La Universidad de Kansas hizo un estudio muy interesante que muestra la influencia de las redes sociales en nuestra vida cotidiana. Los investigadores crearon dos perfiles de facebook. El primero mostraba muchas fotos personales y estatus del tipo “acabo de tener una pelea con mi madre” o “Me gustó el entrenamiento de trabajo que tuvimos hoy”. El otro mostraba pocos aspectos personales, era más neutral y hacía comentarios del tipo: “El día está lindo”.
Se le pidió a los participantes del estudio que imaginaran que uno de esos dos muros era el de su pareja, y que calificaran el nivel de intimidad y satisfacción que percibían. Los resultados confirmaron lo que ya sabemos: entre más se expone la vida personal en las redes sociales, la imagen que se proyecta tiende a ser negativa. En cambio, los que son más cautelosos con la exposición de su vida privada dan la impresión de tener más intimidad y satisfacción en sus relaciones de pareja. Un resultado curioso: el uso prolongado de facebook no funciona igual con amigos que con parejas (¿por qué será?).
Otro estudio de la Universidad de Austin mostró la relación que existe entre la personalidad de los usuarios y los lugares que frecuentan. Para hacerlo recurrieron a la red social Foursquare. Una de las conclusiones del estudio mostró que aunque tratemos de mostrar una personalidad alternativa en otras redes sociales, los lugares que frecuentamos hablan inevitablemente de quienes somos. Los investigadores analizaron fotos, patrones de desplazamiento, comentarios, amigos y el tipo de servicio o actividad que ocurre en los lugares donde se registran los usuarios. Con esa información pudieron establecer algunos tipos de personalidad (extrovertido, narcisista, tímido, agradable) y llegaron a la conclusión de que las redes sociales no pueden ocultar nuestra personalidad sino que intensifican sus ragos. Lo importante es que poco a poco estamos desarrollando la capacidad de “leer” las intenciones detrás de un perfil, una foto, un comentario o un tuit.
El último estudio y el que me parece más interesante es el que realizó la Universidad de Pennsylvania. Los investigadores analizaron 21,000 conversaciones online y offline, y lo que encontraron es que los posts y los comentarios dan a la gente la posibilidad de hacer pausas en las conversaciones, de manera que pueden elegir o elaborar mejor sus ideas. Por eso no es raro pensar que en ciertos momentos de la relación, resulte más interesante (o más arriesgado) mantener una conversación via mail, chat o whatsapp.
Por lo visto, la construcción de nuestra identidad digital participa de las mismas habilidades que la construcción de la identidad tangible. Sin embargo, todavía no estamos tan familiarizados con los códigos de interpretación, los ritmos o las repercusiones que tiene la comunicación a través de las redes sociales. No sé exactamente en qué lugar de la curva de aprendizaje estamos en la materia, pero si algo puede quedar como advertencia es aquel viejo consejo: piensa dos veces antes de hablar. Y también de textear, postear, comentar, tuitear, subir una foto, forsquerear, gomisear, etcétera.
Artículos que pueden interesarte:
Los riesgos del smartphone
El amor y la hiper(des)conectividad
El cortejo 2.0