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10 trastornos que impiden saborear la comida

Casi todos disfrutamos como enanos ante un plato de comida casera, nos hacen los ojos chiribitas cuando llegamos a un restaurante de postín o, directamente, salivamos como animalicos cuando alguien nos regala un jamón ibérico… Sin embargo, hay personas que tienen un problema con la comida que excede el “esto no me gusta”. Se trata de trastornos y fobias que pueden dar al traste con la experiencia gustativa de los alimentos. Estos son algunos de los más comunes.

Ageusia. Se conoce con este nombre a la perdida total o parcial del sentido del gusto. Es decir, las personas que padecen este trastorno, son incapaces de determinar a qué sabe lo que están comiendo. Puede estar ocasionada por cirugías que afectan a nervios, medicación o radioterapia.

Hipergeusia. En el otro lado, se sitúa la hipergeusia o la sensibilidad gustativa anormalmente exagerada. Estas personas suelen percibir una comida como demasiado salada, por ejemplo, o como demasiado azucarada, cuando al resto de los comensales les parece que la misma está correctamente sazonada.

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Anosmia. Sería el equivalente a la ageusia, pero en relación al olfato. Es un trastorno que impide percibir el aroma de las cosas. Aplicándolo a la alimentación, se trata de un problema importante, ya que en la experiencia gustativa, el sentido del olfato juega un papel importante.

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Rumiación. Trastorno psicológico consistente en la regurgitación del alimento desde el estómago hasta la boca, donde se mastica de nuevo para volver a ser tragado. Es habitual en niños y, solo en ocasiones, puede deberse a una afección física. No va acompañado de vómitos ni de sensación de náusea.

Neofobia. Es el miedo a probar alimentos nuevos. Aunque parece llamativo, hay que recordar que muchos niños lo sufren. Los psicólogos recomiendan no hace demasiado hincapié en ello para que los menores lo superen y siempre introducir los alimentos nuevos explicando que su sabor es agradable.

Fagofobia. Se trata de un miedo irracional a tragar o a atragantarse. Las personas que padecen este trastorno suelen preferir alimentos sencillos de tragar o incluso mastican exageradamente la comida. Su origen suele estar en un episodio traumático, normalmente situado en la niñez.

Carnofobia. Tan sencillo como suena: miedo a la carne. No debe confundirse con el vegetarianismo, ya que la decisión de esas personas de no tomar carne suele ser racional. En el caso de aquellos que sufren carnofobia, la sola cercanía de un filete provoca una terrible sensación de pánico.

Mageirocofobia. Tras este término, un poco difícil de pronunciar, se encuentra un miedo irracional y sostenido en el tiempo a cocinar cualquier tipo de alimento. Tiene variaciones, como el miedo a cortarse, a batir huevos o a preparar un almuerzo para grupos grandes.

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Cibofobia. Esta terrible fobia es el miedo a comer cualquier tipo de alimento. Es especialmente peligrosa, porque puede acabar llevando a la persona a no ingerir prácticamente nada. No debe confundirse con la anorexia, ya que en cada caso las motivaciones son distintas.

Geofagia. Las personas que sufren este trastorno comen arcilla y tierra, a veces de manera compulsiva. Se da en mujeres embarazadas y se cree que pueda tener que ver con la necesidad de ingerir minerales de esta manera.