Yahoo Finanzas El misterioso “Código de la abuela”, descifrado en apenas 15 minutos
Un misterio que tuvo obsesionada a una familia estadounidense durante 20 años fue resuelto por un par de freaks en Internet en apenas diez minutos.
Janna Holm compartió las dos cartas llenas de una serie aparentemente inconexa de letras que había escrito su abuela Dorothy en 1996 poco antes de morir. La señora sufrió un tumor cerebral que en los últimos días de vida le privó de hablar. Como no podía comunicarse, se dedicó a escribir cartas que no tenían sentido y que resultaron un enigma para su familia.
Dorothy vivió en Shakopee (Minnesota, EEUU) y sufrió un cáncer de pulmón con metástasis que acabó con su vida en 1996, cuando su nieta Janna tenía 11 años. En sus últimas semanas escribió unas 20 páginas de un extraño código que desató la curiosidad de sus familiares.
[Relacionado: Un mapa de Internet de 1969 se hace viral]
18 años después, Janna decidió subir el raro legado de su abuela a la web MetaFilter.com, una comunidad plagada de aficionados a los puzles y los rompecabezas. En 15 minutos, un usuario le dio la solución.
En la imagen que compartió, se pueden ver letras escritas llenando la hoja, repeticiones y trazos que parecen comas. También hay una especie de líneas que bien podrían ser pausas que marcan estrofas. En el reverso de la hoja hay menos letras.
A pesar de tan extraña información, un usuario saltó rápido y escribió: “AGH, YES! OFWAIHHBTN Our Father who art in Heaven, hallowed be thy name," (Agh, ¡sí! Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre) escribió la persona que descifró el código.
El ‘traductor’ imaginó que Dorothy, moribunda, solo se dedicaba a rezar en sus últimos momentos de vida. Como había perdido la capacidad de hablar, se dedicó a escribir el Padre nuestro de manera obsesiva, quizás temiendo no recordarlo en el futuro.
Todo un razonamiento digno de Sherlock Holmes que la nieta de Dorothy dio por válido al instante: su abuela era religiosa y sí, dedicó buena parte de sus últimos días a rezar, hasta que no pudo hablar más y empezó a escribir obsesivamente. Quizás se dedicó a hacer una especie de chuleta para recordar el rezo cuando su memoria empezó a fallar por culpa de la enfermedad que la mató.
