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Inmortalidad en el ciberespacio

En los últimos años, estamos viviendo el "boom" de las redes sociales. Casi todos los segmentos de la población se están subiendo al carro: abren una cuenta en Facebook, utilizan Twitter para transmitir cualquier idea, y escribe un blog con el que se introduce en una red de amigos. Creamos una especie de personalidad virtual y una red de amistades.

Lo reciente de todo este fenómeno y la rapidez con la que se ha expandido, ha hecho que determinados aspectos no se hayan tenido en cuenta por las empresas que ofrecen estos servicios. Y uno de ellos, el que hoy nos ocupa, es bastante siniestro: la muerte (real) de los usuarios.

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Si fallecemos, toda la información que hayamos subido a alguna web nos sobrevivirá. De alguna manera, seremos inmortales en Internet. Todos podemos tener algún amigo en Facebook que lamentablemente ha muerto, y de vez en cuando, accedemos a su perfil para recordar su rostro mediante las fotografías que subió en vida o para rememorar sus comentarios.

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Es una sensación parecida a la que antes podíamos tener al ojear un álbum de fotos de nuestro ser querido recientemente fallecido: pena y melancolía. Y lo mismo pasa con su cuenta de Twitter o su blog.

¿Borrar el recuerdo?
Las proveedoras de estos servicios están empezando a darse cuenta de esta realidad, y algunas ofrecen el borrado de cuentas si les mandamos el certificado de defunción del usuario. Pero ¿por qué hacerlo si podemos crear una especie de memorial virtual y dejar una pequeña huella con nuestra vida en Internet?

Iniciativas como The Digital Beyond o Death and Digital Legacy ayudan a comprender este proceso y saber cómo prevenir esta situación. Se trata de una web en la que explican las diferentes políticas de privacidad de determinadas redes sociales y nos explican qué hacer para poder recopilar todos los datos de nuestro "yo digital" y cómo almacenarlos para cuando fallezcamos.

Guardar la privacidad hasta el final
Si morimos, muchos de nuestros datos serán inaccesibles a nuestros seres queridos. Por ejemplo, si ellos quisieran acceder a nuestra cuenta de correo para poder ver un e-mail importante, no podrían hacerlo, a menos que contratasen a un abogado e hiciesen una farragosa petición a la empresa en donde tuviéramos nuestro mail.

Para evitar disputas o peticiones legales, la empresa Legacy Locker ofrece un servicio de almacenamiento de contraseñas. Si lo contratamos, podremos dejar almacenados el password de nuestro e-mail, de la cuenta de Facebook o de cualquier otra web, y especificar quién puede tener acceso a esos datos si fallecemos.

¿Webs de recuerdo?
Todas estas empresas auguran lo que será un jugoso negocio en el futuro: el de las webs de recuerdo. Hoy en día solemos guardar las fotos, los diplomas, las cartas o las cintas de vídeo de nuestros familiares o amigos fallecidos, para recordarlos. En un futuro no muy lejano, tan sólo tendremos que acceder a una página web en donde todo el rastro digital de nuestro ser querido podrá estar disponible a perpetuidad, para poder honrar su memoria.