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La montaña de tarjetas de crédito que nos ha ‘robado’ la crisis

La crisis económica ha cambiado los hábitos de endeudamiento y gasto de los españoles. También ha trastocado el cómo y con qué gastamos. Un excelente indicador para constatar este fenómeno es el número de tarjetas de crédito y débito que tenemos en nuestras carteras. Desde 2008 hasta 2014 se han volatilizado 23 millones de Mastercard, Visa o American Express . Hemos pasado de 79,2 millones de tarjetas bancarias en circulación a 56 millones, según los datos que aparecen en la Memoria de Supervisión del Banco de España de 2014. .

Las razones, según cuenta Voz Populi, de este tijeretazo drástico al uso de plásticos son claras: el coste o las comisiones que cobran los bancos por emitir y mantener estar tarjetas, el masivo cierre de cuentas y la falta de liquidez de personas y empresas. Las tarjetas más sacrificadas han sido las de débito que acumulan en estos siete años de crisis una caída de algo más del 25%, desde los máximos de 31,5 millones. El recorte en las tarjetas de crédito ha sido mucho menor, del 8%.

Es más, las tarjetas de crédito registraron crecimientos en determinados momentos de esta etapa de crisis. En 2013, se produjo una reactivación de los plásticos en circulación, con un crecimiento del 4,68%, mientras las de débito bajaron un 3,58%. Los clientes intentaron sortear la sequía de crédito con el aumento de tarjetas de pago aplazado, según varias entidades.

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Y curiosamente, aunque el número de tarjetas cae drásticamente, el uso de este medio de pago ha subido claramente en estos años al irse asumiendo sus ventajas por el comprador y por el vendedor de productos y servicios.

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Por ejemplo, el 40% de las empresas en España que facturan entre 1 y 100 millones de euros aceptan ya pagos con tarjeta, lo que multiplica por dos la cifra de hace cinco años, según el barómetro del uso y aceptación de los medios de pago en las empresas 2015 realizado por MarterCard.

Entre las razones para optar por este medio de pago destaca la facilidad de las ventas, en un 64,8% de los casos, seguida de la comodidad y la facilidad en el pago, con un 64,7%. A cambio, tiene un coste para el vendedor, que tiene que pagar una comisión al banco, y todas las transacciones pasan a ser transparentes para Hacienda, a diferencia de lo que ocurre con el efectivo.

España poco a poco va abandonando el metálico aunque se encuentra a años luz respecto al uso de medios de pago distintos al dinero de otros países. Basta recordar el caso de Dinamarca, que se plantea incluso abolir el efectivo.
En España, la paradoja en un Gobierno que dice luchar contra el fraude y el uso de efectivo por tierra, mar y aire y aboga por modernizar los procedimientos burocráticos, es que la Administración Pública no utiliza las tarjetas como medio de pago, al contrario de lo que ocurre en otros países europeos como Reino Unido, donde la mayoría de los ayuntamientos, por ejemplo, las utilizan.

IDNet Noticias