¿Es posible derrochar poco más de un euro diario en ayudas para comida?

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El programa de asistencia nutricional (SNAP por sus siglas en inglés) en Estados Unidos, es uno de los servicios que ofrece el Gobierno a las rentas más bajas del país, para asegurar el acceso de éstos, a una alimentación básica.

Ya en 1939 existía un proyecto similar, por lo que lleva décadas siendo uno de los servicios más utilizados por aquellos ciudadanos en situación de pobreza. Sin embargo en Nueva York parece haberse convertido en el nuevo foco de polémica.

Patty Ritchie, senador del partido republicano, propuso el pasado miércoles 2 de marzo, modificar el funcionamiento de estos cupones de comida con el fin de evitar que se compren alimentos lujosos con ellos, tales como langosta o, según palabras del propio senador, “bizcochos y bebidas energéticas”.

El principal motivo por el cual el senador Ritchie dice presentar esta propuesta, es su preocupación por la alimentación de los ciudadanos “En Nueva York y a lo largo de todos los Estados Unidos de América, la obesidad ha alcanzado niveles endémicos. El propósito de estos cupones es promover una buena alimentación, sin embargo su funcionamiento actual permite la adquisición de comida basura, así como productos considerados de alto standing como lo son el bistec o la langosta” dice a Mashable

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Lo que quizás resulte más llamativo es el valor de los food stamps, ya que suponen una media de 1,41 dólares por persona en cada comida, lo cual no parece permitir mucho derroche. El partido demócrata, gobernante en el estado de Nueva York, ha estado históricamente, en contra de cualquier limitación en esta prestación, por lo que las reformas presentadas por el senador Ritchie tienen pocas posibilidades de ser aprobadas.

La oportunidad de este debate en lo que afecta a los hábitos alimenticios de los norteamericanos es cuando menos cuestionable. Posiblemente el problema de los altos niveles de obesidad no radica en lo que se puede comprar con los food stamps.

Hablamos de Estados Unidos, el país promotor de las cadenas de comida rápida, de las prisas y el estrés laboral, donde los trabajadores disponen de tiempos casi inexistentes para comer y la pauta alimenticia es muy mejorable.

IDNet Noticias