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El nuevo impuesto sobre los bancos que acabarán pagando los clientes

Esta vez sí. Parece que llega el nuevo impuesto sobre los bancos o, mejor dicho, sobre las operaciones que intermedian los bancos en los mercados financieros para sus clientes: la tasa Tobin. Se trata de una propuesta de los años setenta, ideada por un premio Nobel, James Tobin, que fue retomada por Francia en 1997 para luchar contra la especulación y la pobreza.

En estos quince años transcurridos Europa nunca se había puesto de acuerdo sobre su creación. Ahora, bajo el azote de una crisis sin precedentes, 11 países de los 27 que forman la Unión Europea han acordado avanzar por su cuenta para instaurar esa tasa a las transacciones financieras. Se trata de Alemania, Francia, España, Italia, Portugal, Grecia, Eslovenia, Bélgica, Austria, Eslovaquia y Estonia. El objetivo del impuesto es alimentar el presupuesto de cada país para que afronte posibles nuevas crisis bancarias o cualquier otro gasto y también dotar los fondos comunitarios.

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La propuesta se encontró la pasada primavera ante el bloqueo habitual de algunos países, especialmente de Reino Unido, que impedía continuar con el procedimiento legislativo estándar que se sigue en la Unión Europea. Un obstáculo que ahora se ha salvado, pero que dejará a 16 países europeos fuera del acuerdo.

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La propuesta consiste en gravar con un tipo del 0,1% las compraventas de acciones y bonos y con un tipo del 0,01% las de derivados, es decir futuros, warrants y opciones. Se supone que el gravamen es al operador, ya que una de las ideas de la iniciativa es que la banca afronte parte de los gastos generados por la crisis, pero este puede trasladar este nuevo tributo al cliente final, lo que será el escenario más probable. También existe la posibilidad de establecer una tasa por etapas, comenzando por una que excluya los derivados.

España teme que la tasa pueda realimentar los temores del capital internacional sobre el país y acelere la salida de fondos de territorio español, algo que ha ocurrido a lo largo de todo este año. También existen muchas dudas sobre la efectividad del impuesto al ser secundado por solo una parte de Europa. De hecho, el Reino Unido se había mostrado dispuesto a apoyarlo si se hubiera implantado en el resto de plazas financieras mundiales para evitar que el capital se mude a otros centros financieros buscando costes más baratos.

Sin embargo, existen ya legislaciones exclusivamente nacionales que gravan las operaciones financieras. Francia estrenó en agosto de este año un impuesto del 0,2% sobre algunas operaciones de compraventa de títulos en grandes empresas cotizadas. En Londres, primera plaza financiera de Europa, existe una tasa similar conocida como "stamp duty", aplicada a algunos productos financieros como los títulos bursátiles.

Desde la implantación de la tasa en Francia los volúmenes de contratación han descendido entre un 15% y un 30% según los activos, un fenómeno que se añade al brusco descenso del volumen de negocio derivado de la crisis. En España, la nueva tasa se sumaría a la reciente decisión del Gobierno de incluir en los presupuestos generales de 2013 una fuerte subida del impuesto sobre las plusvalías en bolsa para operaciones más especulativas, las inferiores a un año. En definitiva, recaudar y recaudar. Ahora, llega la tasa a los bancos, otro impuesto que pagarán al final los de siempre.

@Jorcha