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Algoritmos matemáticos para repartir con justicia el espacio, el trabajo y casi cualquier cosa

Si vas a compartir piso, un trabajo o un negocio, verás que repartir el espacio o la dedicación de los socios correctamente no es fácil. Nadie está dispuesto a quedarse con el dormitorio más pequeño, a trabajar más horas o a hacer las tareas más aburridas. Por fortuna, un campo de las matemáticas se dedica a estudiar la división justa, aplicar sus enseñanzas para resolver conflictos y echar luz sobre el enredo con soluciones lógicas y, al parecer, capaces de complacer a todos.

La clave de toda esta teoría es dividir las cosas buenas y malas de manera justa entre grupos de personas. Esta propuesta se basa en el llamado Lema de Sperner, desarrollado por el matemático alemán Emanuel Sperner. No se trata de una solución salomónica, sino fría y racional cuyos orígenes se remontan a 1928. De hecho, este procedimiento se usó para dividir Alemania tras la Segunda Guerra Mundial o para repartir derechos de explotación minera en aguas profundas.

La teoría no es nueva, pero sí lo es su aplicación para la solución de problemas del mundo actual donde colaborar y compartir tareas cada vez es más habitual. Tan es así que un grupo de expertos de la Carnegie Mellon University, liderados por el científico Ariel D. Procaccia, ha desarrollado una plataforma para promover el uso de métodos matemáticos en la resolución de conflictos.

Esta plataforma se llama Spliddit y ofrece soluciones para cuestiones de carácter personal (como el reparto de los dormitorios de un piso compartido), y también para resolver conflictos profesionales tan intrincados como el orden en que deben aparecer los co-autores en artículos científicos o en los créditos de un libro, el reparto de las posesiones más preciadas en un divorcio o determinar la contribución de cada individuo a un negocio, por poner algunos ejemplos.

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Spliddit ha desarrollado hasta ahora tres servicios que permiten resolver conflictos sobre reparto de cuotas a abonar entre varias personas, de propiedades y del trabajo entre profesionales, si bien sus artífices han prometido seguir creando soluciones para otros campos.

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El conflicto es más fácil de entender con un ejemplo. Tres amigos alquilan un piso para compartir: un dormitorio es enorme, otro tiene mucha luz y el tercero resulta es recogido, coqueto, pero no tiene armario. No todos apreciarán por igual las ventajas de cada dormitorio, pero nadie estará dispuesto a pagar más por el dormitorio más grande, como tradicionalmente se ha hecho. Y todos tenderán a destacar las ventajas del que no les ha tocado en suerte.

La solución se basa en la aplicación de algoritmos que utilizan valores facilitados por los participantes para repartir los dormitorios, en este caso. El algoritmo hace que suba el precio del más demandado y baje el del menos solicitado hasta lograr una especie de equilibrio perfecto.

La ventaja es que no se necesitan grandes conocimientos matemáticos para usarlo. La aplicación divide el importe total del alquiler y asigna los dormitorios, de tal manera que cada persona obtiene el que más le interesa por el mínimo precio posible y sin que ninguno de sus compañeros de piso resulte perjudicado. Al final se llega a una solución de consenso que, según aseguran sus defensores, garantiza un reparto racional, que no se presta a envidias y que resulta más eficiente que cualquier otro.

Con algunos ajustes, este método se podría aplicar casi en tantos casos y situaciones como se quiera, pero exige un punto de consenso inicial: que todos los implicados se comprometan a aceptar el veredicto del algoritmo. Algo que no siempre resulta sencillo.

IDNet Noticias