A cara de perro por el vino de Rioja
Uno de los productos alimentarios estrella de España, vendido dentro y fuera del país con éxito y gallina de los nuevos de oro de una rica región española vive una interna guerra larvada desde hace tiempo. Y ahora está a punto de estallar.
Se trata de la batalla dentro de la famosa denominación de vino de Rioja, un negocio que no ha parado de crecer en los últimos años, y que ha visto cómo aumentaba año a año la superficie plantada de viñedo y la producción. Pero existen dos visiones distintas sobre cómo explotar semejante tesoro gastronómico.
Las bodegas de comarca alavesa de la Rioja quieren una diferenciación respecto a las de las otras dos subzonas de la Denominación de Origen Calificada (DOC): los de Rioja Alta y Rioja Baja. Esta aspiración, expresada por el diputado general de Álava, Ramiro González, del PNV, ha reabierto la espita de un enfrentamiento con el organismo que regula la normas que deben cumplir los caldos acogidos a la denominación.
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De no conseguir la soñada diferenciación, el diputado general anunció la intención de impulsar un ‘sello’ propio para los caldos vascos para resaltar su apuesta «por la calidad», frente a quienes apuestan más “por la cantidad”.
Unas afirmaciones que han sido consideradas por sus colegas al otro lado del Ebro como toda una declaración de guerra en un sector que mueve más de 1.600 millones de euros al año: 400 millones por la venta de uva y 1.200 millones en facturación de vino.
El peso de la parte que amenaza con diferenciarse no es pequeño. De las más de 500 bodegas que tiene la denominación, unas 300 están en Álava, donde se produce el 22% de la uva, pero se comercializa en torno al 36%.
El detonante del conflicto es que este mes entra en vigor una normativa europea que acarrea una desregularización del sector, es decir, que se permitirá aumentar la superficie de viñedo. Pero Álava no tiene por dónde crecer; La Rioja, sí. Si hay más uvas, habrá más vino en el mercado y se abaratarán las uvas y el caldo, lo que solo va a beneficiar a quien produce y vende más y perjudicará al pequeño y mediano viticultor y bodeguero.
Difícil equilibrio, no cabe duda. Lo que esperamos todos es que la calidad vaya a más si es posible y que los precios no sean prohibitivos.
IDNet Noticias
@jorcha