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El logro más sorprendente de un ambientador

El testimonial es un recurso publicitario de toda la vida que siempre ha generado suspicacias entre los espectadores. Cuando alguien destaca las bondades de un producto presuntamente de manera espontánea, se tiende a dudar de la veracidad de la acción y de si en realidad se trata de actores que representan un papel.

En una situación parecida se ha visto envuelta la marca de ambientadores Febreze, que recientemente apostó por unos llamativos anuncios consistentes en demostraciones reales de la eficacia del producto. En ellos se sometía a personas de la calle escogidas al azar a un sorprendente experimento olfativo.


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Aquellos que aceptaban participar eran conducidos con los ojos cerrados a diferentes estancias repletas de suciedad y que destilaban un hedor insoportable. Sin embargo, en ellas habían usado los 'mágicos' ambientadores para combatir ese mal olor y que los lugares fueran olfativamente muy agradables. Los participantes 'alucinaban' cuando se quitaban la venda y comprobaban dónde se encontraban.

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Los anuncios tuvieron una buena acogida, pero hubo quien mostró sus dudas sobre la veracidad los experimentos. ¿Realmente son personas normales y no actores? ¿De verdad puede Febreze transformar así un lugar maloliente? Preguntas como estas hirieron a la marca en su orgullo, por lo que decidieron pasar a la acción para defender su honor.

A través de la agencia Grey New York, Febreze consiguió trasladar el experimento a las mismísimas calles de la ciudad estadounidense. Así todo el mundo podría ver con sus propios ojos que detrás de la campaña no había ningún truco. Lo que hicieron fue modificar un apestoso container empleado para transportar pescado, instalando en él una ventana y colocando un ambientador de la marca.

A continuación dejaron el container en medio de la ciudad e invitaron a distintos peatones a que se prestaran a ser parte del experimento. Una vez dentro, y con los ojos vendados, tenían que tratar de adivinar dónde se encontraban. Desde el exterior, todo el mundo podía escuchar sus respuestas y comprobar el sorprendente resultado: nadie pensó que estaba en un lugar tan repugnante.

Después de esto, difícilmente quedarán espectadores escépticos que piensen que lo que se veía en los anuncios era un montaje. Prueba superada, honor a salvo…