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La historia real tras el accidente de avión de ‘El vuelo’

La escena del accidente aéreo con la que prácticamente arranca El vuelo resulta sobrecogedora. Durante unos minutos que se antojan eternos, el espectador se queda anclado en su butaca, con el aliento contenido y el corazón en un puño. Y eso aún sabiendo que tiene final feliz. La historia de la película es la de un piloto que se convierte en héroe hasta que la investigación del accidente que lo elevó descubre que en el momento del mismo pilotaba bajo los efectos del alcohol y las drogas. No se desvela nada diciendo que el accidente acaba relativamente bien para la mayoría de los implicados.

La escena del choque orquestada por Robert Zemeckis –quien ya había rodado antes algo similar en Náufrago– es impecable y muy realista en su planteamiento. Y es que esta sobrecogedora escena tiene detrás una historia real ocurrida en el año 2000. John Gatins, guionista de El vuelo, tropezó con ella cuando se documentaba para la película.

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Un piloto profesional al que consulté me mencionó este incidente en el que el ala de la cola de un avión se rompió y quedó en una posición con la cabeza del avión orientada hacia el suelo. Intentaron de todo para enderezar el avión y, en un momento dado, tuvieron que invertirlo y volar boca abajo”, ha dicho el nominado al Oscar por este guión. Eso que le contaron tal cual es, precisamente, lo que hace Whip Whitaker (Denzel Whasington) en El vuelo.

En la ficción la maniobra salió bien, pero no así en la realidad. El vuelo de Alaska Airlines Flight 261 con destino San Francisco se estrelló en el Océano Pacífico después de un problema mecánico que les colocó en caída libre con el morro hacia abajo. El piloto, Ted Thompson, intentó salvar al pasaje y evitar la colisión poniendo el avión al revés. No funcionó. 88 personas murieron aquel día.

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En El vuelo se salvan todos menos cuatro. Pero la conexión con la realidad de esta escena va un poco más allá. La caja negra del Alaska Airlines Flight 261 grabó a un miembro de la tripulación diciendo: “Al menos boca abajo volamos”. Frase muy similar a una de las pronunciadas por Denzel Washington.

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El caso del Alaska Airlines Flight 261 demuestra que aunque arriesgada la maniobra de poner un avión del revés intentando mantenerlo en el aire no es solo un descabellado invento del cine para dar más emoción a una película. Zemeckis puso toda la carne en el asador con esta escena buscando dotarla de la mayor credibilidad posible. Para ello no escatimó en medios. Se construyeron las distintas partes del avión y se pusieron, literalmente, boca abajo para conseguir el efecto deseado.

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Para darle la vuelta montaron un enorme ‘rotisserie rig’ (funciona igual que los que sirven para asar pollos y de ahí el nombre) para trinchar en él las distintas partes del avión. Hubo que hacerlo por segmentos debido al peso del aparato y en cortes de 60 segundos. Ese fue el tiempo máximo recomendado por los especialistas para que los actores no sufriesen en esa posición. Los efectos especiales y la tecnología hicieron el resto uniéndolo y consiguiendo la mayor realidad posible en la sala de proyección.