Coca-Cola y Pepsi se lanzan en búsqueda del refresco perfecto

Coca-Cola y Pepsi viven una nueva batalla, y esta es de las buenas. Ambas compañías trabajan contrarreloj en la búsqueda de la fórmula perfecta que les permita convertirse en los reyes del sector. ¿El objetivo? Su refresco de toda la vida, pero sin calorías y, además, sin edulcorantes artificiales. La que se lleve el gato al agua, puede tener la hegemonía en sus manos.

Parece, a priori, una tarea ardua. El elemento que evita engordar ya lo han conseguido con sus fórmulas light y zero, en caso de la última. El problema es que, para quitar los azúcares naturales, hay que introducirlos artificiales y el más utilizado, el jarabe de maíz de alta fructosa, lleva por la calle de la amargura al sector. Por lo pronto, más de una investigación ha asociado este compuesto con la obesidad, así como otros efectos secundarios malos para la salud que, en cantidades importantes, pueden generar en los consumidores. No obstante, Coca-Cola y Pepsi utilizan Aspartame como endulzante, un compuesto que no tiene calorías.

[Relacionado: Coca-Cola y Pepsi tienen alcohol, según un estudio]

El problema es que, ahora, la gente también quiere que no sean artificiales, por culpa, entre otras cosas, de algunos estudios sin contrastar científicamente que han relacionado esta sustancia con enfermedades y que muchos acaban creyendo, a pesar de su escasa fiabilidad. En este sentido, Coca-Cola y otros fabricantes reconocen estar trabajando con la stevia y otros edulcorantes naturales provenientes de plantas, que requieren, eso sí, una mayor complejidad. "No puedo asegurar cuándo lo conseguiremos, pero llegarán", confirmó a la agencia AP Al Carey, responsable de PepsiCo en América, consciente de la complejidad de los procesos, presumiblemente también más caros.

Coca-Cola y Pepsi se han puesto las pilas para cumplir con una opinión pública cada vez más sensibilizada con la salubridad y la calidad de las bebidas, sobre todo en Estados Unidos, conscientes de su problema con la obesidad entre la población. Ejemplo de ello es Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, que quiere firmar una ley para limitar a poco menos de medio litro (16 onzas) el tamaño de las bebidas azucaradas que se venden en los restaurantes y demás zonas de ocio de la ciudad, una decisión que les ha dejado contra la pared y contra la que han reaccionado: "No hay evidencia que conecte las bebidas azucaradas con la obesidad", replicaba hace unas semanas Katie Bayne, encargado del departamento de refrescos de Coca-Cola en América del Norte. Parece que los nervios están a flor de piel; hay mucho dinero en juego.

[Más: La nueva botella de Coca-Cola, una bolsa de plástico]