La ‘puñalada’ de Francia a España por el futuro de Peugeot
El Gobierno francés acaba de asestar a España una puñalada política por la espalda y en un asunto clave: el futuro de una fábrica de coches que da empleo a miles de trabajadores, la que la multinacional Peugeot tiene en Madrid. El desconcertante Gobierno de François Hollande había declarado la guerra al plan inicial del fabricante francés de despedir a 8.000 trabajadores, casi todos de una fábrica cercana a París que apenas tiene trabajo.
Tras analizar con la dirección de Peugeot la desastrosa situación del grupo, el ejecutivo galo ha bajado el tono de las críticas y ha cambiado de estrategia. Ahora su objetivo es exportar parte del ajuste a fábricas fuera de Francia, en concreto, a la ubicada en Villaverde.
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El ministro de Industria Arnauld Montebourg, tras insistir en que el plan de ajuste es "inaceptable" y que debe ser modificado, ha declarado que personalmente prefiere que "el énfasis se ponga más en los cierres fuera de Francia que dentro de Francia". Todo un ejemplo de solidaridad de uno de los países que se autoconcede la condición de padre del proyecto europeo. Días antes, un experto nombrado por el Gobierno criticaba la decisión de cerrar fábricas francesas, mientras se perdonaba la vida a la planta de Madrid.
La situación no es fácil y la solución tampoco. La industria de coches arrastra graves problemas en toda Europa, y en Francia y en España también. La demanda flojea y la competencia global es feroz; así que la pelea por el mercado es a cara de perro. La industria española, curiosamente, es muy eficiente en esta materia, pero está en manos de las grandes multinacionales europeas. Al final, el llamado 'efecto sede', es decir, que el centro de decisión de la empresa reparta los ajustes con criterios no solo empresariales sino nacionales, es decisivo.
Asistimos así al cuarto golpe bajo del nuevo Gobierno francés a nuestro país desde que asumiera el poder en mayo. Hace unos días, en rueda de prensa conjunta con Rajoy, Hollande dejaba a los pies de los caballos a Rajoy al insinuar que debía pedir el rescate y eludía dar un apoyo expreso a la compra de deuda española y de forma incondicional por parte del BCE. Antes, al poco de ser elegido presidente, Hollande desencadenó la petición de rescate para la banca española al afirmar abiertamente que era necesario que España lo hiciera.
Y ahora, mientras Rajoy trata de evitar que Europa le ponga duras condiciones para un rescate global, sus ministros están presionando para que se pida cuanto antes esa ayuda. Francia y España, socios de la Unión y del euro, pero siempre rivales.