Yahoo Finanzas Francia aplica sus recortes y sacrifica a España: nos deja aislados por alta velocidad
Las vacas flacas han llegado también a nuestros vecinos franceses y uno de los que pagan esa situación es España. No es la primera vez que ocurre, ni mucho menos. Conocida es la indiferencia con que muchas veces nos ha tratado el país vecino, algo que se hace más palpable en ciertos asuntos estratégicos.
Ahora el Gobierno del socialista François Hollande, cuya popularidad sigue en horas bajas, ha anunciado los duros recortes que va a aplicar en sus proyectos de construcción de infraestructuras claves, como la red de alta velocidad (AVE). Y uno de los grandes sacrificados es España porque el Gobierno galo ha decidido que la conexión con el sur de Europa con este medio de transporte no es prioritaria para su país. El problema es que para España sí lo es, porque el acceso al resto de Europa por vía terrestre pasa inexcusablemente por el país vecino.
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Lo que ha decidido el Gobierno de Francia es posponer hasta más allá de 2030 el inicio de varios proyectos de construcción de líneas Alta Velocidad (TGV), entre ellos los dos que conectan con España, por el Este y por el Oeste. El primero afecta a la conexión Montpellier-Perpignan y el segundo a la ruta de Burdeos a Hendaya, según han informado los medios de comunicación galos.
Los ajustes afectarán en total a más de setenta proyectos sobre infraestructuras de transportes elaborados durante la presidencia de Nicolas Sarkozy en el llamado 'Horizonte 2030'. Posponer proyectos de este tipo más allá de 2030 supone mandarlos a dormir el sueño de los justos, porque este tipo de obras siempre acumulan aplazamientos, incluso cuando hay algo de dinero, y cuando se ejecutan, absorben mucho tiempo y suelen sufrir grandes retrasos por la complejidad de la obras. Es decir, que un escenario optimista situaría la ejecución de estas líneas para mediados de siglo.
Así que lo que hace el Gobierno francés es aplicar un parón en toda regla a su programa de desarrollo de la alta velocidad. Además de los accesos a España, los recortes afectan a muchos trayectos internos como Marsella-Niza, París-Normandía, París-Orleans-Clermont-Lyon, Poitiers-Limoges, y la finalización de la línea Rhin-Ródano, entre otros. Solo se mantendrá el proyecto Burdeos-Toulouse de aquí a 2030.
El propio primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, ha declarado al diario 'L'Usine' que comparte la necesidad de suspender proyectos de transportes, en especial la construcción de las líneas de gran velocidad. "El error es que nos habíamos concentrado en las infraestructuras y habíamos olvidado la calidad del servicio" y se había difundido "la mentira de que podíamos invertir más de 250.000 millones de euros en los próximos veinte años, algo irreal desde el punto de vista financiero y técnico", ha añadido.
Como la situación geográfica de un país no se puede cambiar, seguiremos dependiendo de las decisiones de Francia en materia de transporte. Las sufrimos casi siempre y nos beneficiamos poco. Ocurre cuando los camioneros o los agricultores del país vecino cortan las grandes autopistas que conectan España con Europa y nos ha pasado siempre con el ferrocarril, donde además de tener -hasta hace un año- anchos de vía diferentes en una red y otra, hemos sufrido y seguimos sufriendo las trabas de Francia a que circulen trenes españoles por la red francesa y viceversa. Lo vemos ahora que pese a abrirse la línea Perpignan-Barcelona, sigue sin haber acuerdo para que los trenes franceses entren hasta Barcelona y viceversa.
Nos ha pasado también con la energía. España es una isla energética y Europa está interconectada. Francia es un exportador nato de electricidad. Pero la conexión, el cable que enlaza su red y la española, no acaba de tener la capacidad que debería para poder importar y exportar flujos relevantes que den servicio a dos economías tan potentes.
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