Una cámara situada en el casco de un paracaidista resiste una caída de 3.000 metros
Sol, adrenalina y buena compañía eran los ingredientes perfectos para pasar una buena mañana de paracaidismo entre amigos. Una cámara colocada en el casco de uno de los participantes inmortalizaba la caída. Todo en orden. Cuando llega el momento de abrir el paracaídas ocurre esto. El casco que porta la cámara se desprende y comienza a caer al vacío. Más de 3.000 metros de altura no fueron suficientes para romper el dispositivo. Lejos de dejar de funcionar la cámara continuó grabando regalándonos unas imágenes de sus sorprendidos rescatadores que curiosos, disfrutaban de su nuevo hallazgo, hasta que varias horas después fue rescatada por su dueño. -Redacción-