¿Te atreverías a leer un mensaje racista en la propia cara de su destinatario?
Seguro que más de una vez has visto en algún sitio un acto discriminatorio y te has indignado. Pero ¿qué harías si tuvieras a la víctima delante de ti y fueras tú mismo quien tuviera que transmitirle un mensaje racista? El Centro de Derechos Humanos de Lituania ha llevado a cabo un experimento social para responder a esta pregunta y demostrar cómo las palabras pueden herir, sobre todo cuando nos damos cuenta de que al otro lado de la pantalla hay un ser humano real leyéndolas.