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Las áreas de influencia de la Yihad Africana después del atentado en Mali.

Detrás de la autoría del ataque terrorista en Malí estaría Mokhtar Belmokhtar, un veterano líder yihadista de origen argelino que encabeza Al Mourabitoun, el grupo armado que reclama la autoría del atentado en el hotel de Bamako y que habría llegado a colaborar con Al Qaeda en el Magreb Islámico. Así lo cree el ministro de Defensa francés, que no ha dudado en señalar a este antiguo muyahidín que luchó contra la Unión Soviética en Afganistán en los años 80 y que fue dado por muerto el pasado mes de junio en un ataque estadounidense en Libia. Su nueva acción armada certifica la realidad del avispero contra el que luchan las tropas francesas en Malí desde 2012 y que conforman numerosos grupos yihadistas entre el Sáhara y el Sahel bajo la influencia todavía de la escisión africana de la red terrorista del desaparecido Osama Bin Laden. Pero no es la única amenaza en el continente. En el noreste de Nigeria, el segundo país africano más rico en hidrocarburos, resiste uno de los grupos yihadistas más sanguinarios del planeta, Boko Haram, que en marzo juraba lealtad al autodenominado Estado Islámico,al que llegaba a superar en víctimas mortales el año pasado, con más de 6.600 en sus múltiples masacres. Yihad regional, lejos todavía de una coordinación global a pesar de sus conexiones puntuales, según expertos, y a la que suma Al Shabab en zonas de Somalia y Kenia, donde el pasado mes de abril asesinaban a 152 estudiantes y profesores en la universidad de Garissa. Un mapa del terror yihadista en el que también entra desde este año DAESH y sus grupos afines en el norte de África. Con tres grandes atentados este 2015, en el museo del Bardo, en la playa de Susa, en Túnez, y en el avión ruso en Egipto el pasado octubre, con 224 muertos.