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La localidad mallorquina de Pollença celebra la descrucifixión de Jesucristo

Cae la tarde y Jesucristo ha dejado de respirar en la cruz. Ha muerto en un montículo que en la localidad mallorquina de Pollença también se llama el Calvario. Para llegar hasta arriba hay que subir 365 escalones, tantos como los días del año. José de Arimatea pidió permiso a Poncio Pilato para descrucificar el cuerpo de Cristo y entregarlo a su madre. El silencio sólo se rompe por el sonido de los clavos. En otra localidad mallorquina, Son Servera, encontramos esta singular iglesia sin techo. Otro marco incomparable para representar la descrucifixión de Cristo. Sobrecogidos turistas y lugareños. Es otra mirada, aunque posiblemente de la que menos hablan los evangelios, de vivir la muerte y pasión de Cristo.