La cara oculta de San Fermín
Al ritmo de la música de charanga y de los ánimos de fiesta Pamplona recibe a sus toros. Comienzan no solo los encierros sino, también, las primeras corridas. Primera corrida y no hay billetes para ver al que hoy ha toreado, Padilla. Las peñas pamplonesas pronto celebran una fiesta que a la sombra se celebra mejor que al sol. Pero nada es impedimento para disfrutar de estos festejos y de toda su diversión. Para los que estén más al sol: cervezas, sangrñias, agua..., todo lo necesario para hacer frente a las altas temperaturas. Sin embargo, estas bebidas no solo caerán por sus gargantas, sino que "agua va" se queda escaso para las decenas de cubos con bebida que se tirarán entre grada y grada. Pero, como en todos los toros, palmas al maestro y toda la plaza se rompe en vítores y aplausos. La plaza se convierte en una macro-fiesta. Ahora bien, entre toro y toro hay que alimentarse hasta con mantel incluido. Salen los fiesteros y peñas contentillas y entran otros menos contentos, personas que ante la necesidad y pobreza se ven obligados a recoger de estas fiestas los restos de comidas o bebidas para su familia. Es, sin duda, la otra cara de los san fermines, que no es solo fiesta, sino también el pan de cada día de muchos que aunque sean festejos deben de pensar en sus familias.