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Energía y turismo, otra arma arrojadiza entre Rusia y Turquía

La tensión entre Rusia y Turquía por el derribo el martes del cazabombardero en la frontera siria tiene asimismo un reflejo comercial, dada la dependencia de intercambios entre ambos países. Para Turquía, Rusia es su primer socio en importaciones y el séptimo en exportaciones. De hecho, Ankara necesita en buena medida a Moscú para su suministro energético. Por ello, estos intercambios están descompensados. En 2014, Rusia exportó a Turquía por valor de 25.000 millones de dolares: gas y petróleo, aunque también trigo. Por su parte, Turquía exportó por valor de 5.900 millones: productos textiles y alimentarios. A esto hay que añadir el importante volumen de lo gastado por los turistas rusos en tierras turcas. “Es indudable que si Rusia decide ir a fondo con las sanciones económicas, y otros castigos, esto tendrá un impacto en la economía turca”, afirma el analista económico Chris Beauchamp, de IG. “Las negociaciones sobre posibles acuerdos comerciales podrían perderse, aunque es difícil saber cómo afectará la situación a largo plazo. Ambos lados tienen mucho que perder con una ruptura real”. Tras el atentado en octubre del grupo Estado Islámico contra un avión ruso en el Sinaí egipcio, el destino de los turistas rusos a Turquía parecía reforzarse. Anualmente, se calcula que cuatro millones de rusos visitan este país y son los que más gastan. En el caso energético, Turquía depende en un 55 por ciento del gas ruso y en un treinta del petróleo. Curiosamente, el ruso Gazprom acaba de anunciar que reduce a la mitad la cantidad de gas que debía enviar a través del gasoducto en construcción Turkish Stream. Sus responsables dicen que no hay ninguna motivación política. Pero es difícil desligarlo.