El terrorismo del Estado Islámico recrudece la situación en Libia

Muchos niños apenas iban al colegio cuando Muammar El Gaddafi fue derrocado hace cuatro años. Aún así sus padres les sacan a la calle para celebrar la caída del régimen promovido por Occidente, la esperanza de los libios pero para el que no había después un plan de transición establecido. Cuatro años después del alzamiento, con Gaddafi para el recuerdo, Libia es víctima del caos y la guerra civil, con un ejecutivo rebelde que no entrega el poder al Parlamento legítimo, donde la amenaza de los grupos yihadistas afines al autoproclamado Estado Islámico (EI), asentados en el este, crece y se afianza. Allí donde grupos islamistas, partidarios del régimen depuesto, señores tribales y traficantes pelean para controlar los recursos naturales. La acción-reacción no cesa y cada vez hay más sangre y violencia. El ejército egipcio bombardeó algunas de las zonas de Estado islámico dentro de Libia por la desalmada decapitación de 21 cristianos coptos. Los yihadistas responden y secuestran a 35 trabajadores egipcios, agricultores, que probablemente morirán para desconsuelo de sus familias y perplejidad de Occidente. "Libia no es buena, no es segura", dice este inmigrante. Como para él, el éxodo que propician las mafias es para miles la única salvación, sin ninguna garantía y dejándose la vida a centenares camino a las costas de Italia. Viaje terrible, en una embarcación pequeña sin seguridad, sin haber comido en todo el día, cuentan. No importa. En las últimas 24 horas otro millar ha llegado a Lampedusa. En torno a 4.000 en los últimos cuatro días. -Redacción-