El Papa se vuelca con los refugiados de Lesbos
Cálido recibimiento al Papa de los más jóvenes. Son de Siria, de Irak, de Irán y le dan la bienvenida a Grecia. El Pontífice estrecha su mano mano, los bendice, ellos le piden ayuda. Acompañado por el Patriarca ortodoxo, coge en brazos a los bebés y no se olvida de los que están más escondidos. Bajo la carpa, recibe el mejor regalo: El dibujo de un niño. "Que no se pierda, póngalo en mi escritorio", les pide a sus colaboradores. Conmovido, el Pontífice acaricia a esta pequeña que se postra a sus pies y bendice a este cristiano paquistaní, que no puede reprimir las lágrimas.. Los refugiados le preguntan cuándo abrirán las fronteras... "No perdáis la esperanza", les dice. El Pontífice firma una declaración a su favor y comparte con ellos mesa y mantel para demostrar que están en el mismo barco. En el puerto de Mitilene, claro mensaje a los gobiernos. "Europa es la patria de los Derechos Humanos. Y cualquiera que ponga pie en territorio europeo debería poderlo experimentar", asegura. Para después homenajear con coronas de flores a los que perdieron la vida sin alcanzar ese suelo.