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Desmantelada la principal fábrica de productos fitosanitarios ilegales en España

Parecen unas simples etiquetas, pero han sido la clave de este caso. Hasta ahora no se había localizado quién era el que introducía en el mercado agrícola estos productos ilegales. Pero es que no sólo los etiquetaban. También los elaboraban. Pese a lo que pueda parecer por las manchas de café, el archivador encontrado en uno de los registros es valiosísimo. En él guardaban todas las fórmulas para preparar las sustancias. Las fórmulas A, las legales, y las fórmulas B, las que incluían los componentes no permitidos. "De unos pocos kilogramos de producto técnico podían obtener miles de litros. La actividad ilegal era más importante incluso que su actividad legal", nos comenta el capitán del SEPRONA Salvador Ortega. La empresa se afinca en Massalfassar, en Valencia, aunque la operación se inició en Huelva. En campos de fresones de esa zona se descubrió en 2013 que algunos agricultores utilizaban, la gran mayoría sin saberlo, un producto ilegal, que se pudo relacionar con otro parecido que se comercializaba en Badajoz. Tenían el mismo origen y las ramificaciones llegaban hasta uno de los distribuidores más importantes del país, localizado en Tarragona. Allí la trama había introducido con mucho éxito este producto, no autorizado ni probado: "Estamos pendientes de realizar un análisis detallado del laboratorio para saber exactamente qué contiene". Se aprovecharon de la necesidad de los campesinos ante una plaga para la que no encontraban solución: la del caracol manzana. "Nos vamos a la ruina porque se come todo. Por donde pasan es como el caballo de Atila, no crece la hierba", se lamentaban entonces, en el año 2010. Entre todos sus productos ilícitos, se calcula que, como poco, ganaban al año un millón de euros. Un agravio no sólo a los propietarios de las marcas legales. También, si los laboratorios confirman las sospechas, un riesgo para la salud pública y para el medio ambiente.